La Aventura de la Fiesta de Pijamas



Era una noche estrellada y mágica en el barrio de Las Mariposas. Tres amigas inseparables, Sofía, Valentina y Lucía, estaban muy emocionadas. Era la primera vez que hacían una fiesta de pijamas.

- “¡No puedo creer que ya llegó el día! ¡Va a ser increíble! ” - exclamó Sofía mientras deslizaba su almohada favorita en su mochila.

- “Sí, preparé un montón de juegos. No me puedo esperar a jugar al escondite en la oscuridad,” - respondió Valentina, sonriendo.

- “Y yo traje mis historias de terror,” - agregó Lucía, con un brillo travieso en los ojos.

Las tres se reunieron en casa de Sofía. La sala estaba iluminada por luces pequeñas de colores, creando un ambiente acogedor y festivo. La mesa estaba llena de golosinas: galletitas, chocolates y muchas palomitas. Pero cuando se sentaron a hablar, algo no estaba bien.

- “¿Y si no queda suficiente comida para las tres? ” - preguntó Valentina, con una expresión preocupada.

- “¡No te preocupes! Hay mucho para compartir,” - la tranquilizó Sofía.

- “Y si nos falta, ¡podemos hacer más! ” - añadió Lucía, pensando en la harina y el chocolate que estaban en la cocina.

Así, decidieron ir a hacer galletas juntas. Con una mezcla de risas y un poco de desastre, lograron hacer la masa, pero justo cuando estaban a punto de meter las galletas al horno, el teléfono sonó. Era la mamá de Valentina.

- “Chicas, hay problemas en casa, necesito que vuelvas, Valen,” - dijo la mamá con tono urgente.

Valentina se preocupó de inmediato. No sabía qué hacer.

- “No quiero arruinar la fiesta, pero mi familia me necesita,” - dijo angustiada.

- “¡Vení! Te acompañamos,” - propuso Sofía con decisión. A las dos les brillaron los ojos de entusiasmo.

Así se fueron las tres hacia la casa de Valentina. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que lo que realmente necesitaba su amiga era compañía.

- “Contame qué pasó,” - dijo Lucía, tomando la mano de Valentina.

- “Es que mis abuelos están teniendo un mal día y me gustaría estar con ellos,” - contestó Valentina, con una sonrisa que empezaba a asomarse de nuevo.

- “¡Nosotros podemos ayudar! ” - exclamó Sofía. “Podemos hacer una presentación teatral. Así los alegramos.”

Valentina se iluminó. Juntas, improvisaron una pequeña obra con títeres y canciones. Los abuelos, al ver a sus nietas improvisar risas y alegría, olvidaron sus penas y aplaudieron como niños.

- “¡No hay nada mejor que la familia! ” - dijo la abuela al final de la actuación.

- “Y nosotras estamos aquí para eso,” - dijo Lucía con una gran sonrisa.

Después de alegrar a los abuelos de Valentina, las tres amigas volvieron a casa de Sofía. Aunque era tarde, decidieron que la fiesta de pijamas no había terminado.

- “¡Traigamos nuestras almohadas y hagamos un fuerte! ” - sugirió Sofía.

- “Sí, y hagamos un concurso de historias,” - dijo Valentina.

- “Yo quiero contar la historia del dragón que salvó a la princesa,” - exclamó Lucía emocionada.

Esa noche, el fuerte de almohadas se convirtió en un castillo lleno de risas y cuentos. Una aventura que jamás olvidarían. Al final de la noche, aunque terminó más tarde de lo planeado, las tres niñas se sentaron y miraron las estrellas por la ventana.

- “¡Esta fue la mejor fiesta de pijamas de la historia! ” - dijo Sofía.

- “Totalmente de acuerdo,” - afirmó Valentina mientras abrazaba a sus amigas.

- “Y lo mejor es que siempre podemos ayudarnos entre nosotras,” - finalizó Lucía, profundamente agradecida.

Y así, con el corazón lleno de felicidad y nuevas experiencias, las tres amigas se dormían, sabiendo que la verdadera amistad siempre está ahí, en las buenas y en las malas.

FIN.

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