La Aventura de los Tres Días Sin Pantallas



Era un lindo lunes por la mañana en la escuela del barrio. El profesor Jorge Torres, que enseñaba en segundo grado D, entró al aula con una gran sonrisa.

"Buenos días, chicos. ¿Están listos para una nueva aventura?" - dijo con entusiasmo.

Los alumnos, llenos de energía, respondieron al unísono:

"¡Sí!"

"Hoy voy a proponerles un reto: tres días sin pantallas" - anunció el profesor mientras sacaba un gran cartel que decía "Desafío: ¡Sin Pantallas!".

Los chicos se miraron unos a otros, un tanto sorprendidos.

"¿Sin pantallas, profe? ¿Ni tele, ni tablet, ni videojuegos?" - preguntó Ana, una de las más entusiastas de los videojuegos.

"Así es. Quiero que descubran lo que pueden hacer con su tiempo libre, además de estar frente a una pantalla. Para este reto, cada uno debe inventar un juego o una actividad. Luego, al final de los tres días, compartiremos nuestras experiencias″ - explicó Jorge.

Los chicos comenzaron a murmurar entre ellos, un poco escépticos pero emocionados.

"Yo quiero hacer una búsqueda del tesoro en el parque!" - dijo Lucas, un niño inquieto que siempre estaba buscando aventuras.

"Podemos hacer manualidades con materiales reciclables, como hacer un cohete con botellas de plástico" - sugirió Sofía, que siempre tenía ideas creativas.

El profesor sonrió satisfecho al ver que los niños estaban entusiasmados.

"Fantástico, chicos. ¡Soy muy feliz de que estén pensando en todo lo que pueden hacer! Recuerden, el jueves todos cuentan su aventura, así que empecemos" - los motivó Jorge.

Dieron inicio al desafío. El primer día, cada uno de ellos se propuso distintas actividades. Ana decidió invitar a sus vecinos para hacer una tarde de juegos de mesa.

"¡Esto es muy divertido!" - exclamó mientras reía con sus amigos en la mesa.

Lucas, por su parte, pasó la tarde en el parque.

"¡Miren lo que encontré! ¡Un viejo mapa! Vamos a hacer la búsqueda del tesoro de verdad!" - gritó emocionado.

Sofía se dedicó a recolectar material reciclable y a hacer figuras de papel.

"Estoy haciendo un dragón enorme. ¡Mirá lo que vos podés hacer con unas botellas!" - comentó con alegría mientras mostraba su creación a su madre.

A medida que pasaban los días, los chicos se sorprendieron con todo lo que podían disfrutar sin necesidad de una pantalla. Se sentaron a contar historias, a hacer actividades al aire libre y se percataron de lo divertido que era inventar juegos en su patio.

"Miren, podemos construir un castillo con cajas y ser caballeros y princesas" - dijo Lucas en una de sus tardes creativas.

El último día, todos los niños estaban más emocionados que nunca, llenos de historias e ideas. En la aula, el profesor Jorge les pidió que compartieran sus experiencias.

"¡Yo nunca pensé que podía divertirme tanto sin videojuegos!" - dijo Ana entusiasmada.

"Y yo aprendí a hacer manualidades tan geniales" - agregó Sofía, mostrando su dragón, que ahora tenía un lugar de honor en la clase.

"El parque fue el mejor lugar para encontrar aventuras, y hasta hice nuevos amigos" - comentó Lucas con una sonrisa.

El profesor Jorge sonrió al ver que sus alumnos estaban tan felices y llenos de creatividad.

"¿Y qué sintieron hoy en vez de estar pegados a una pantalla?" - preguntó.

Los niños, ahora llenos de energía y carisma, respondieron juntos:

"¡Fue increíble! ¡Queremos seguir sin pantallas!" - gritaron, llenos de entusiasmo.

Desde ese día, en la clase del segundo D, comenzó una nueva tradición: cada semana, habría un día especial para desconectarse, explorar el mundo real y disfrutar de la compañía de amigos.

Así, Jorge Torres no sólo logró que sus alumnos tomaran conciencia sobre el uso del tiempo, sino que descubrieron un mundo lleno de oportunidades y diversión al alcance de su imaginación. Y así, la aventura de unos días sin pantallas se convirtió en una experiencia inolvidable, llena de risas, creatividad y aprendizaje.

El profesor sabía que había sembrado una semilla en sus corazones y que, quizás, esa aventura se convertiría en un recuerdo que los motivaría a disfrutar de cada momento mágico que la vida les ofrecía, fuera frente a una pantalla o no.

FIN.

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