La Aventura de Sofía, Luisa y Martín



Sofía era una pequeña cholita pastora que vivía en un hermoso valle junto a su mamá Luisa y su hermano Martín. Un día, mientras paseaba por las verdes llanuras, sintió un dolor en su corazón al ver a su querida llamita, llamada Lía, con una herida en su patita.

"¡Oh no! ¿Qué le pasó a Lía?" - se lamentó Sofía, agachándose para acariciar a su llamita.

Lía, que siempre había sido juguetona y llena de energía, ahora se veía triste y adolorida. Sofía, angustiada, decidió correr hacia casa al encuentro de su mamá y su hermano.

"¡Mamá, mamá!" - gritó mientras entraba a la casa.

"¿Qué sucede, hija?" - respondió Luisa, alarmada al ver la expresión en el rostro de su hija.

"Lía está herida, ¡tenemos que ayudarla!" - decía Sofía con lágrimas en los ojos.

Martín, que estaba en la cocina preparando su almuerzo, se asomó al escuchar la conmoción.

"¿Qué pasó, Sofía?" - preguntó preocupado.

"Lía necesita ayuda, vení, no perdamos tiempo" - respondió Sofía, tomada de la mano de Martín.

Martín no podía ir sin su fiel amigo Roque, un perro blanco como la nieve que siempre les acompañaba en sus aventuras. Así que, antes de salir, lo llamó.

"¡Roque! ¡Vení!" - lo llamó, y el perro, emocionado, corrió hacia él, moviendo la cola con alegría.

Los tres, Sofía, Martín y Roque, corrieron hacia el campo donde había dejado a Lía. Cuando llegaron, Sofía se arrodilló junto a ella y la acarició suavemente.

"No te preocupes, Lía. Vamos a ayudarte" - le susurró.

Martín, viendo la situación, tuvo una idea.

"Quizás necesitamos un poco de agua para limpiar tu herida. Sofía, ¿podés ir al pozo?" - le pidió.

"¡Sí! Volveré enseguida" - respondió Sofía.

Mientras Sofía fue al pozo, Martín con Roque se aseguraron de que Lía estuviera tranquila. El perrito jugaba alrededor, tratando de hacerle compañía a la llamita.

Cuando Sofía regresó con el agua, se encontraron con que Lía estaba aún más nerviosa.

"¿Qué le pasa a Lía?" - se preocupó Sofía al acercarse rápidamente.

"Creo que le da miedo el agua" - dijo Martín, observando cómo Lía se movía inquieta.

"Pero tenemos que limpiarla. Tal vez podamos hacer que confíe" - sugirió Sofía.

Entonces, todos juntos, decidieron jugar un rato con Lía. Sofía empezó a contarle historias divertidas sobre los días que habían pasado juntos en el campo. Martín imitó el sonido de sus amigos animales, mientras Roque corría en círculos alrededor, ladrando juguetonamente. Poco a poco, Lía empezó a calmarse, disfrutando del cariño y la atención.

"¡Ahora!" - exclamó Sofía "Ya está más tranquila, le podemos limpiar la herida".

Con cuidado, Sofía y Martín hicieron lo necesario mientras Roque se acomodaba a su lado, velando por Lía.

"¡Buen trabajo, Sofía!" - dijo Martín, viendo como Lía no solo se dejaba ayudar, sino que incluso movía su cabecita agradecida.

"Esto funcionó, me alegro tanto" - dijo Sofía sonriendo.

Una vez que la herida estuvo limpia y tratada con cuidado, Sofía abrazó a Lía.

"Te prometo que siempre te cuidaré" - le dijo con ternura "Eres parte de nuestra familia".

Los días siguientes, Sofía se dedicó a cuidar de Lía, cantándole por las mañanas y asegurándose de que su patita se sanara bien. Martín también la ayudaba dándole de comer y jugando con ella, mientras Roque se convertía en el mejor amigo de su llamita.

Tras una semana de cuidados amorosos, Lía empezó a saltar y a correr de nuevo. Sofía la observó emocionada.

"¡Mirá, Lía está bien!" - exclamó.

"Lo logramos, Sofía" - sonrió Martín, "Eres una gran pastora".

La historia de Sofía y Lía se convirtió en un hermoso recuerdo para todos, demostrando que con amor, paciencia y trabajo en equipo, se pueden superar las dificultades.

Desde ese día, Sofía aprendió que siempre se puede ayudar a quien amamos, y que a veces, las aventuras más emocionantes ocurren cuando demostramos nuestra valentía y cariño.

FIN.

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