La Aventura de Tomás en la Selva Encantada



Tomás era un niño de diez años que siempre soñaba con vivir grandes aventuras. Un día, mientras exploraba el jardín de su casa, encontró un viejo mapa escondido bajo una piedra. El mapa tenía dibujada una selva y una gran X marcada en un lugar misterioso. Su curiosidad lo llevó a seguir el mapa, y sin pensarlo dos veces, tomó una mochila con su botella de agua y se lanzó en busca de la aventura.

A media mañana, Tomás llegó a la entrada de la selva. El sonido de los pájaros y el murmullo de un arroyo lo hicieron sentir emocionado.

-Nadie se atreve a entrar a la selva, Tomás. -dijo una voz suave.

Tomás se dio vuelta y vio a una pequeña y colorida mariposa posada en una hoja.

-¿Por qué no? -preguntó Tomás, intrigado.

-Porque hay muchos misterios y criaturas sorprendentes dentro. -respondió la mariposa sonriendo.

La mariposa, que se llamaba Lila, decidió acompañar a Tomás. Juntos se adentraron en la selva, maravillados por la belleza del lugar. Sin embargo, no todo era perfecto. Un gran gato de dientes afilados apareció de pronto.

-¡Alto ahí! -gruñó el gato con voz poderosa.

-¿Quiénes son ustedes?

-Tomás, un aventurero, y esta es Lila, mi amiga mariposa. -dijo Tomás, tomando coraje.

-¿Y por qué deben estar en mi territorio?

-Sólo buscamos el tesoro que se encuentra en el mapa. -contestó Tomás.

-¡El tesoro, eh! -dijo el gato, más interesado.

-¿Qué nos darás a cambio de acompañarte y guiarte? -preguntó el gato.

-No tengo mucho... Pero puedo contar historias sobre mi vida en la ciudad. -dijo Tomás, esperanzado.

El gato, intrigado, aceptó la oferta y se presentó como Tigran. Juntos, los tres siguieron el camino, con Tigran guiándolos por la espesura de la selva. En su recorrido, encontraron otras criaturas como un loro parlante que les enseñó sobre las plantas y sus beneficios.

-¡Miren! Esa planta sirve para curar heridas. -exclamó el loro.

-¡Qué útil! -dijo Lila, impresionada.

El grupo continuó, pero a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que la selva parecía estar sufriendo.

-¿Por qué hay tanta basura aquí? -preguntó Tomás al ver botellas y plásticos en el suelo.

-A veces, los humanos olvidan cuidar de la naturaleza. -susurró Lila, con tristeza.

-¡Debemos ayudar! -declaró Tomás.

Tigran y Lila miraron a Tomás, sorprendidos por su valentía.

-¿Pero cómo? -preguntó Tigran.

-Podemos recoger la basura y hacer un camino limpio. ¡Así el tesoro será aún más especial! -sugirió Tomás.

Todos se pusieron a trabajar. Mientras recolectaban basura, hablaban sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Cuando terminaron, el lugar lucía radiante.

-¡Miren qué hermoso se ve! -exclamó Lila.

-¡Es cierto! Y ahora podemos encontrar el tesoro. -dijo Tigran.

Finalmente, llegaron hasta la gran X del mapa. Cavaron con entusiasmo y encontraron una pequeña caja.

-¡Lo logramos! -gritó Tomás y abrieron la caja.

Dentro, había semillas de plantas y un papel con un mensaje: 'El verdadero tesoro es cuidar nuestra casa, la Tierra'.

-¿Eso es todo? -preguntó Tigran, defraudado.

-Sí, pero son semillas para plantar. -explicó Tomás.

-Cuando las plantemos, haremos de este lugar un hogar mejor para todos. -dijo Lila, emocionada.

Así, Tomás, Tigran y Lila se dedicaron a plantar las semillas en la selva, llenando de esperanza un lugar que había sufrido. Con el tiempo, la selva volvió a florecer, y el trío se convirtió en los guardianes de la selva encantada.

Tomás regresó a casa, lleno de historias que contar y un nuevo propósito: cuidar del medio ambiente. Su aventura en la selva no solo lo llevó a descubrir tesoros, sino también a aprender que todo ser viviente tiene un valor en este mundo. Al final, Tomás se dio cuenta de que la mejor aventura de todas es la que cuida y respeta la naturaleza.

FIN.

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