La Aventura en la Selva de Tomi



Era una mañana soleada cuando Tomi, un niño curioso de diez años, decidió que quería conocer la selva. Siempre había escuchado historias sobre sus maravillas y criaturas mágicas. Tomi se sentó en su habitación y, mirando un libro de fotos de la selva, se dijo a sí mismo: "¡Hoy es el día!".

Con su mochila llena de provisiones, un mapa y un cuaderno para anotar sus descubrimientos, se despidió de su mamá. "Voy a la selva, mamá!" -dijo con entusiasmo. "Ten cuidado, Tomi. La selva es muy grande y misteriosa" -respondió su mamá. Pero Tomi estaba convencido de que podía enfrentar cualquier desafío.

Emprendió su camino hacia el bosque cercano, el cual, aunque no era exactamente la selva, era un buen comienzo. A medida que avanzaba, los árboles se volvían más altos y las sombras más profundas. Tomi escuchó el canto de los pájaros y el murmullo de un río. "¡Esto es increíble!" -exclamó. A los pocos minutos, encontró a un pequeño mono que se columpiaba entre las ramas. "¡Hola, amigo! ¿Quieres mostrarme la selva?" -preguntó Tomi.

El mono, llamado Choco, lo miró curioso y decidió acompañarlo. "¡Atrapa!" -gritó Choco mientras lanzaba una rama a Tomi. El niño rió. "Eres muy divertido, Choco". Juntos recorrieron el bosque, encontrando flores de colores brillantes, mariposas revoloteando y hasta un grupo de flamingos en un estanque. Cada descubrimiento lo anotó en su cuaderno, emocionado.

Pero de repente, un fuerte rugido retumbó en la selva. Tomi se asustó. "¿Qué fue eso, Choco?" -preguntó temblando un poco. El mono le explicó que era un jaguar que vivía en la selva, "No te preocupes, Tomi. Si nos movemos en silencio, no nos verá". Tomi respiró hondo y siguió a Choco, intentando ser valiente.

Finalmente, llegaron al corazón de la selva donde una enorme cascada brillaba bajo la luz del sol. "¡Wow! Esto es hermoso!" -dijo Tomi maravillado. Sin embargo, al acercarse para tocar el agua, perdió el equilibrio y cayó al lago. "¡Estoy empapado!" -gritó entre risas. Choco lo miró con una mezcla de preocupación y diversión. "Ven, nademos juntos, es divertido" -invitó el mono.

Después de un rato de juego, salieron a la orilla y descubrieron una colorida tribu de aves que cantaba. Tomi las observó con atención. "Mirá, Choco, son como un arcoíris volador".

Sin embargo, el rugido del jaguar sonó más fuerte y más cerca esta vez. "¡Rápido, Tomi! ¡Debemos escondernos!" -gritó Choco, y ambos se ocultaron detrás de un árbol grande. El jaguar se acercó, olfateando el aire. Tomi se puso nervioso pero recordó lo que había aprendido sobre respetar a los animales. "Debemos ser pacientes, Choco" -susurró.

El jaguar, tras no encontrar a nadie, se alejó y volvió a la profundidad de la selva. Tomi exhaló aliviado. "¡Lo logramos!" -dijo riendo. Choco sonrió, "Te dije que todo iba a estar bien".

Después de esa experiencia emocionante, Tomi se dio cuenta que la selva no solo era un lugar mágico, sino también un entorno que debía ser respetado. "Choco, tenemos que regresar para contarle a todos sobre nuestras aventuras y cómo cuidar la selva".

De camino de regreso, Tomi y Choco compartieron historias, risas y aprendizajes. Al llegar a su casa, Tomi corrió a su mamá y le dijo casi sin aliento, "¡Mamá, conocí la selva! Vimos un jaguar, nadamos en una cascada y aprendí cómo cuidar a los animales!" "Me alegra que hayas tenido una gran aventura, Tomi. Recuerda siempre respetar la naturaleza" -dijo su mamá con amor.

Tomi sonrió y siguió contando su historia, una historia que inspiraría a otros a cuidar del mundo natural que tanto admiraba. En su corazón, sabía que las selvas y sus secretos siempre estarían ahí, esperando su próxima visita, y con cada nueva aventura, se haría un poco más sabio.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!