La Búsqueda de Nube



Catalina era una niña alegre que vivía en un pequeño pueblo rodeado de verdes campos y flores de todos los colores. Tenía un conejo blanco muy especial llamado Nube, que era su compañero inseparable. Un día, después de una tormenta que sacudió el pueblo, Nube desapareció. Catalina estaba muy triste.

"No puedo creer que Nube se haya perdido!" -exclamó Catalina, con lágrimas en los ojos.

Su amigo Felipe, que siempre estaba dispuesto a ayudar, se acercó a ella.

"No te preocupes, Catalina. ¡Vamos a encontrar a Nube juntos!" -dijo Felipe con una sonrisa alentadora.

Así, junto a otros amigos del barrio, decidieron armar un plan. Primero, fueron a la plaza del pueblo donde todos se juntaban. Allí encontraron a la señora Marta, una anciana sabia del lugar.

"Señora Marta, necesitamos su ayuda. Nube, el conejo de Catalina, se perdió después de la tormenta. ¿Qué hacemos?" -preguntó Felipe.

La señora Marta sonrió.

"Recuerden, los conejos son animales muy astutos. Tal vez Nube se haya refugiado en uno de los huertos de los vecinos. Debemos buscar pistas en el camino y preguntar a todos los que podamos. ¡Manos a la obra!" -dijo la señora Marta con voz sabia.

Los niños se dividieron en pequeños grupos y comenzaron a recorrer el pueblo, preguntando a todos si habían visto a Nube. Al llegar a la casa de Don Pedro, un amable granjero, él les enseñó a identificar huellas de conejo.

"Si ven huellas como estas, es probable que Nube haya pasado por aquí. ¡Vayan en esa dirección!" -les indicó Don Pedro.

Los niños siguieron las huellas, entusiasmados por la búsqueda. Pero el camino no fue fácil. Tuvieron que cruzar un pequeño arroyo, y allí se encontraron con María, una niña que estaba pescando con su abuelo.

"¿Qué pasa? Se ven muy preocupados" -preguntó María.

"Nuestro conejo Nube se perdió, y estamos buscándolo" -respondió Catalina.

María se ofreció a unirse a la búsqueda.

"¡Yo también quiero ayudar! Tal vez Nube esté buscando comida cerca del arroyo" -dijo María, mirando a su abuelo.

Los cuatro amigos siguieron su camino. De repente, se escuchó un ruido entre los arbustos.

"¡Escucharon eso?" -preguntó Felipe, emocionado.

Se acercaron despacito y, para su sorpresa, encontraron a un grupo de conejitos que estaban saltando alegremente. Pero ninguno de ellos era Nube.

"Esos son conejitos salvajes, pero Nube no está aquí" -dijo Catalina con desánimo.

Sin rendirse, continuaron su búsqueda. En el camino, decidieron parar a descansar bajo un gran árbol. Allí, encontraron un rayo de sol que iluminaba un pequeño agujero en la tierra.

"Tal vez Nube se metió en una madriguera" -dijo Felipe, intrigado.

"Pero si hizo eso, no podemos entrar. Necesitamos una estrategia" -sugirió María.

Allí, la señora Marta se unió a ellos y les explicó que los conejos son muy curiosos.

"Tal vez, si traemos algo rico para comer, Nube saldrá de su escondite. Vamos al mercado y compremos zanahorias y lechuga" -propuso la señora Marta.

Los niños estaban llenos de energía y fueron al mercado. Compraron las verduras y volvieron al árbol. Colocaron las zanahorias cerca de la madriguera y se escondieron, esperando.

"Espero que funcione" -susurró Catalina.

Pasó algún tiempo, y de pronto, ¡Nube salió de la madriguera, corriendo alegremente hacia las zanahorias!"¡Nube! ¡Sos vos!" -gritó Catalina, mientras corría hacia él.

Nube la miró con sus grandes ojos y saltó hacia ella. Catalina lo abrazó fuertemente.

"Te encontré, Nube. Te extrañé tanto" -dijo, llena de alegría.

Todos los amigos saltaron de felicidad.

"¡Lo logramos!" -gritó Felipe, dando vueltas de alegría.

La señora Marta sonrió, viendo cómo la determinación de los niños había dado frutos.

Desde ese día, no solo fue un día de alegría por encontrar a Nube, sino que también se dieron cuenta de la importancia de trabajar en equipo y ayudar a los demás. Juntos, habían armado un gran plan y eso les había permitido encontrar al querido conejo.

"Gracias, chicos. No podría haberlo hecho sin ustedes" -dijo Catalina, mientras acariciaba a Nube.

Y así, entre risas y hollas, regresaron al pueblo, donde también celebraron haber encontrado a Nube con una gran fiesta.

La historia de la búsqueda de Nube se convirtió en una leyenda en el pueblo, recordándole a todos la importancia de la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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