La Carta de la Naturaleza



En un bosque mágico, donde los árboles susurraban entre sí y los ríos cantaban al pasar, una noche estrellada, la Naturaleza decidió escribir una carta. Su objetivo era comunicarle a los humanos, los únicos seres que habían causado daño a su entorno, cuánto los necesitaba y los efectos de sus acciones.

"Querido Hombre, soy la Naturaleza, y quiero hablarte."

Con la luz de la luna como guía, la carta voló hasta la ventana de un niño llamado Mateo, que vivía cerca del bosque. Al abrir su ventana, quedó sorprendido al encontrar la carta brillante, pero al mismo tiempo le daba un poco de miedo.

"¿Qué es esto?", se preguntó Mateo mientras leía.

La carta continuó:

"He visto cómo has derribado mis árboles para hacer casas, ignorando el hogar de los pájaros. He sentido el dolor de los ríos cuando has arrojado basura en ellos. He escuchado los lamentos de los animales que han perdido su casa debido a la caza sin piedad. ¿Por qué lo haces? ¿Acaso no sientes lo que sufro?"

Mateo, aunque asustado, comenzó a sentirse triste. ¿Era verdad lo que decía la carta? ¿Por qué su propia especie había causado tanto daño?"La vida en este planeta no solo depende de los humanos. Todos somos parte de un enorme rompecabezas".

A medida que leyó, se dio cuenta de que la carta tenía un plan especial: invitarlo a una aventura.

"Si deseos de escucharme, ven al claro del bosque a la medianoche. Te mostraré el daño y la belleza de nuestro hogar."

Sin dudarlo, Mateo decidió ir. Se vistió con su chaqueta y se dirigió al bosque. Al llegar, encontró a la Naturaleza, representada por un hermoso árbol con flores brillantes y hojas que chisporroteaban.

"Veo que has venido, querido Mateo. La verdad está frente a ti. Aquí es donde la magia gira y canta."

El árbol agitó suavemente sus ramas y, en un abrir y cerrar de ojos, Mateo fue transportado a diferentes partes del bosque. Primero se encontró en una zona desforestada.

"Mira lo que has hecho", dijo la Naturaleza con tristeza.

Mateo observó con lágrimas en los ojos a los animales huyendo, su hogar destruido.

"¡Esto no puede seguir así!", exclamó.

La Naturaleza lo llevó al siguiente lugar. Allí, había un río que antes era limpio y alegre, pero ahora estaba lleno de contaminación.

"¿Ves cómo sufro? Mis ríos y mares están llorando."

Mateo ya no podía soportar ver tanto sufrimiento.

"¿Puedo hacer algo? Quiero ayudar!"

"Puedes ayudar, pero deben ser muchos, no solo tú. Enseña a tus amigos sobre la importancia de cuidar lo que les rodea."

Entonces, la Naturaleza lo llevó a un lugar que todavía estaba intacto, lleno de flores y animales que jugaban felices.

"Aquí, el equilibrio existe. Si todos trabajamos juntos, podemos restaurar el daño."

Mateo sonrió.

"Sí, podemos! Llevaré esta mensaje a mi escuela. Todos deben saber."

A la mañana siguiente, Mateo se llenó de valor y llevó a cabo su misión. Pintó carteles, escribió cuentos y organizó una campaña de limpieza para el parque que estaba cerca de su casa.

Sus amigos se unieron, y pronto, otros niños comenzaron a ver el daño que estaban causando. Todos juntos comenzaron a sembrar árboles y recoger basura.

La Naturaleza observaba con alegría desde su lugar en el bosque.

"No estás solo, pequeño amigo. El cambio empieza con uno, pero se multiplica como el eco en las montañas."

Pasaron los meses, y el bosque comenzó a recuperar su esplendor. No solo Mateo, sino muchos otros aprendieron a cuidar el planeta. Por todo el mundo, los humanos comenzaron a escuchar a la Naturaleza.

"Recuerda, Hombre, que somos uno y el mismo. Cuidar de mí es cuidar de ti".

Así, con amor y cuidado, entre Mateo y la Naturaleza se formó un fuerte lazo. Juntos demostraron que nunca es tarde para cambiar y luchar por la belleza del planeta.

Y así, el niño comprendió que cada pequeña acción cuenta y que la naturaleza es un regalo precioso que siempre vale la pena defender. Al volver a casa, miró la carta con una gran sonrisa y le dijo:

"¡Gracias, Nature! Te ayudaré siempre".

Fin.

FIN.

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