La Cebolla Risueña



Había una vez en un huerto colorido, una pequeña cebolla llamada Cebollita. A diferencia de sus hermanas, que eran blancas y brillantes, Cebollita era de un hermoso color morado. Desde que era muy chiquita, Cebollita había escuchado a los otros vegetales contar historias de cómo las cebollas hacían llorar a las personas.

"No entiendo por qué", pensaba Cebollita. "Yo quiero hacer reír a los humanos, ¡no quiero que lloren!"

Cebollita decidió que quería ser diferente, así que un día, junto a su amiga la zanahoria Naranjita, se propuso hacer algo especial.

"¿Qué te parece si organizamos una fiesta en el huerto?" - sugirió Naranjita.

"¡Sí! Eso sería genial!" - respondió Cebollita con entusiasmo.

Las dos amigas empezaron a planear la fiesta. Invitaron a todos los vegetales del huerto: los tomates felices, las lechugas verdes, y hasta al viejo pepino que siempre estaba un poco gruñón. Cada uno tenía que traer algo especial para compartir.

El día de la fiesta, todos los vegetales llegaron con sonrisas y alegría. Cebollita y Naranjita habían preparado una gran cantidad de juegos y música.

"¡Bienvenidos a la Fiesta de la Alegría!" - gritó Cebollita emocionada.

Al principio, el viejo pepino se mostró escéptico.

"No sé si una fiesta de vegetales puede ser divertida" – se quejó.

"Pero, viejo pepino, ¡pruébalo!" - animó Naranjita.

La fiesta empezó con baile, y todos comenzaron a moverse al ritmo de una melodía que la ardilla cercana les había regalado. En un momento de la fiesta, Cebollita sugirió un concurso de chistes.

"Voy a ser la jueza de chistes" - dijo Cebollita.

Todos los vegetales comenzaron a contar sus mejores chistes, riendo a carcajadas.

"¿Cuál es el vegetal más musical? ¡La zanahoria! Porque siempre da el do!" - contó la lechuga, haciendo reír a todos.

Pero el punto culminante de la fiesta llegó cuando Cebollita decidió que quería hacer algo realmente especial. Optó por hacer una sorpresa para todos.

"Chicos, voy a preparar una ensalada fresca para celebrarnos a todos" - anunció Cebollita, llena de votos.

"¡Genial! Pero, ¡no usemos cebolla!" - dijo un tomate, recordando lo que solían escuchar sobre cómo llorarían.

"¡No!" - exclamó Cebollita "¡Haré la ensalada con todas nuestras verduras, pero sin que nadie llore! Prometo que será la ensalada más rica y divertida que hayan probado!"

Todos los vegetales se unieron a ayudar a hacer la ensalada. Cebollita tenía un secreto: pensaba que si todos colaboraban, no sólo estaría delicioso, sino también lleno de risas y alegría.

Usaron un montón de ingredientes. El pepino, sorprendentemente, empezó a reírse mientras pelaba y contaba chistes sobre pepinos y ensaladas. Todos se unieron a la diversión, y antes de que se dieran cuenta, estaban todos riendo y disfrutando de ese momento juntos.

Cuando la ensalada estuvo lista, Cebollita la sirvió en un gran cuenco.

"¡Aquí está la ensalada de la felicidad! ¡Que la comamos juntos!" - dijo satisfecha.

Cebollita sintió que su propósito de hacer historia había tenido éxito. Todos se sirvieron, y sorpresivamente, al probarla, comenzaron a saltar de alegría.

"¡Nunca había sentido tan ricas las verduras!" - exclamó el viejo pepino, ahora más sonriente que nunca.

"¡Cebollita, sos una genia!" - dijo un tomate refregándose los ojos de sorpresa.

Ese día el huerto no solo vibró de alegría, sino que también descubrió que juntos, incluso un grupo de vegetales que solían ser un poco aburridos, podían hacer algo increíble y divertido.

A partir de ese día, Cebollita se convirtió en la estrella de las fiestas del huerto, siempre recordando que la alegría se puede compartir de muchas maneras, ¡incluso preparando una rica ensalada! Y así, Cebollita dejó una huella distinta en la vida de cada vegetal, enseñándoles que el verdadero propósito de las cosas es hacer sonreír a los demás.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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