La Elección de Martín



En un pequeño pueblo llamado Villa Puertas, vivía un niño curioso llamado Martín. Él siempre se hacía preguntas sobre el mundo que lo rodeaba. Un día, mientras caminaba hacia la plaza, escuchó a unos amigos hablando entusiasmados sobre un concurso que tenía lugar en el centro comunitario.

"¡Hay tres puertas y detrás de una hay un premio increíble!" -exclamaba Clara, su amiga del colegio.

"Sí, y solo tenés que elegir una!" -agregó Lucas, con los ojos brillando de emoción.

Martín se acercó a ellos.

"¿De qué están hablando?" -preguntó con interés.

"De un concurso donde uno puede ganar una bicicleta! Pero hay una trampa..." -dijo Clara con un tono misterioso.

"De qué trampa hablas?" -insistió Martín.

"Bueno, hay tres puertas. Detrás de una hay una bici y detrás de las otras hay cabras. Si elegís la puerta equivocada, te quedas sin bici. Pero después de que elijas, el presentador abrirá una de las puertas que no elegiste y que tiene una cabra." -explicó Lucas.

Martín frunció el ceño, confundido.

"¿Y eso significa que tengo que cambiar mi elección?"

"Exactamente!" -afirmó Clara, sonriendo.

"Pero, ¿por qué cambiar? Si ya elegí una puerta..."

Decidido a entenderlo mejor, Martín se propuso estudiar las probabilidades.

"Voy a calcular las posibilidades..." -dijo, mientras se dirigía a casa.

Esa noche, mientras repasaba, se le ocurrió una idea.

- “Si elijo una puerta y el presentador abre otra, eso significa que hay más posibilidades de que la bici esté en la puerta que no elegí.”

Finalmente, llegó el día del concurso. Martín estaba nervioso pero emocionado.

"Y bien, ¿qué puerta eligieron ustedes?" -preguntó mientras caminaban hacia el centro comunitario.

"Yo elegí la puerta número dos!" -dijo Lucas.

"Y yo la tres!" -agregó Clara.

Martín miró las puertas: la uno, la dos y la tres. Tomó una respiración profunda y decidió elegir la puerta uno.

"Elegí la uno!" -anunció con confianza.

El presentador, un hombre de bigote rizado, sonrió.

"Muy bien, Martín. Así que elegiste la puerta uno. Ahora tengo que abrir una puerta que no elegiste y que tiene una cabra detrás."

El presentador se acercó a la puerta dos y, tras abrirla, mostró una cabra que empezó a balar..

"¡Mirá, una cabra!" -rió Lucas.

"Ahora, Martín, ¿quieres quedarte con la door uno o cambiar a la puerta tres?" -preguntó el presentador.

Martín recordó lo que había aprendido.

"Voy a cambiar a la puerta tres!" -decidió.

El presentador abrió la puerta tres y ¡sorpresa! Detrás de esa puerta había una hermosa bicicleta roja brillante.

"¡Lo lograste, Martín! ¡Felicitaciones!" -gritó Clara saliendo a saltos de felicidad.

"No puedo creerlo. ¡Gracias a todos por ayudarme a entenderlo!" -dijo Martín abrazando a sus amigos.

Mientras todos celebraban, Martín se dio cuenta de que no solo había ganado una bicicleta, sino también una valiosa lección sobre la importancia de pensar de manera crítica y no tener miedo de cambiar de opinión.

"A veces, cambiar nuestra elección puede abrir nuevas puertas, o en este caso, nuevas bicis!" -dijo con una sonrisa, mientras subía a su nueva bici en frente de sus amigos.

Y así, con cada pedalada en su nueva bicicleta, Martín no solo avanzaba por el camino del pueblo, sino que también lo hacía hacia un futuro lleno de aprendizajes y sorpresas por descubrir.

FIN.

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