La Escuela del Bosque Diverso



En el corazón de un bosque frondoso, existían dos escuelas: la escuela de los herbívoros llena de árboles frutales y flores coloridas, y la escuela de los carnívoros, donde verdosas lianas colgaban como serpientes. Aunque ambos grupos vivían en armonía en el bosque, jamás se hablaban ni se conocían. Cada uno creía que el otro era diferente y no merecía su compañía.

Un día, la maestra de la escuela de los herbívoros, la señora Gacela, decidió organizar un gran festival en el bosque. Quería que todos los animales se unieran para celebrar la diversidad de su hogar.

"Vamos a invitar a los carnívoros", sugirió Gacela.

"¡No puede ser!", exclamó el señor Conejo. "¿No ves que ellos son peligrosos?".

"Pero también son parte de nuestro bosque y tienen mucho que aportar", insistió Gacela con firmeza.

Mientras tanto, en la escuela de los carnívoros, el señor León escuchaba a sus alumnos hablar.

"¿Por qué tendríamos que ir a un festival de herbívoros?", preguntó la señorita Cheetah.

"Porque debemos mostrarle a todos que somos fuertes y valientes", respondió León.

Al día siguiente, la señora Gacela con algunos niños se acercaron a la escuela de los carnívoros. Nerviosamente, se pararon frente a su puerta.

"¡Hola, amigos! Somos de la escuela de los herbívoros", saludó la señora Gacela. "Queremos invitarles a nuestro festival".

Los carnívoros se miraron entre ellos, sorprendidos.

"¿Por qué deberíamos ir?", dijo el señor Lobo.

"Porque somos parte de este bosque y juntos podemos hacerlo más colorido y divertido", contestó Gacela.

Luego de un momento de silencio, el señor León se levantó.

"Voy. Pero solo si hay buenas actividades y comidas saborosas".

"Habrá muchos juegos y un banquete con opciones para todos", prometió la señora Gacela.

Finalmente, se acordó que el festival se haría en una gran llanura. La noticia se esparció rápido, y los dos grupos comenzaron a prepararse, aunque había nerviosismo en el aire.

El día del festival, los herbívoros adornaron todo con flores y frutas. A medida que los carnívoros llegaban, todos se quedaban mirando, y la tensión se podía sentir.

"¡Qué lugar tan bonito!", dijo aquí la señorita Cheetah.

"¿Dónde están las frutas?", preguntó el señor León.

A medida que la fiesta avanzaba, los dos grupos comenzaron a participar en los juegos.

"¿Quieres jugar a la carrera de obstáculos?", preguntó un joven ciervo a un pequeño tigre.

"¡Claro! Pero no voy a dejar que me ganes", respondió el tigre con una sonrisa.

Mientras hacían nuevos amigos, los animales comenzaron a descubrir que, aunque eran diferentes, compartían sueños similares: jugar, reir y ser parte de una gran comunidad.

"Nosotros también podemos bailar", dijo un pequeño zorro, mientras movía sus patas al ritmo de la música.

"¡Eso fue increíble!", exclamó el señor Conejo.

Al caer el sol, todos se reunieron en círculo para compartir lo que habían aprendido.

"Ahora veo que aunque seamos diferentes, juntos somos más fuertes", dijo la señora Gacela.

"¡Sí!", gritaron a coro muchos animales.

"Podemos aprender unos de otros, y eso es lo que nos hace únicos", añadió el señor León, que sonreía de oreja a oreja.

Desde ese día, herbívoros y carnívoros no solo aprendieron a convivir, sino que se hicieron amigos. La Escuela del Bosque Diverso fue el lugar donde comenzó todo.

Y así fue como, en el corazón del bosque, un nuevo lazo se formó entre todos los animales, celebrando juntos la inclusión, la diversidad y la belleza de ser distintos.

FIN.

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