La Gatita Valiente



Era un día soleado en la Escuela Primaria El Arcoíris. Los alumnos de cuarto año estaban emocionados porque esa semana tendrían una visita muy especial: una gatita que necesitaba un nuevo hogar. La maestra Marta, conocida por su amor hacia los animales, había decidido que era el momento perfecto para enseñar a sus alumnos sobre la responsabilidad y el cuidado de las mascotas.

La mañana comenzó con risas y nervios. "¿Qué nombre le vamos a poner? La gatita debe tener un nombre bonito!" - propuso Lucas, el más creativo del grupo. "¡Yo pienso que debería llamarse —"Estrella" !" - sugirió Valentina, con una sonrisa radiante. "No, vamos a hacer una votación" - intervino Juan, el más organizado.

Después de discutir un rato, decidieron que el nombre sería Estrella. Mientras tanto, la maestra Marta preparaba la llegada de la gatita. "Recuerden, chicos, una mascota es una gran responsabilidad. No solo hay que darle de comer, sino también cuidarla y jugar con ella", explicó Marta, mientras guardaba en su mochila unos juguetes y alimentos para la gatita.

Cuando Estrella finalmente llegó, todos los niños se llenaron de alegría. La pequeña gatita de pelaje suave y ojos brillantes exploró el aula con curiosidad. "¡Miren lo que hace cuando juega con el ovillo!" - exclamó Lucas, mientras los demás reían.

Pasaron los días y Estrella se convirtió en parte del aula. Todos los niños la cuidaban con entusiasmo, pero un día algo extraño ocurrió. Una mañana, Estrella no estaba en su lugar habitual. "¿Alguien ha visto a Estrella?" - preguntó Valentina, alarmada.

Los niños comenzaron a buscarla por todos lados, pero no había rastro de la gatita. "Tal vez se haya escondido por ahí...", dijo Juan, tratando de calmar a sus compañeros. Sin embargo, la preocupación crecía.

La maestra Marta decidió que era momento de organizar una búsqueda. "Vamos a formar equipos y vamos a encontrar a nuestra amiga. No podemos rendirnos", dijo con energía.

Dividieron a la clase en grupos y durante una hora, recorrieron los alrededores de la escuela: el parque, el patio, y hasta el gimnasio. Pero no encontraron nada. Justo cuando estaban a punto de darse por vencidos, Valentina empezó a llamar: "¡Estrella! ¡Ven aquí!"

De repente, un suave maullido resonó entre los arbustos. Todos se dieron vuelta rápidamente, sorprendidos. "¡Allí está, miren!" - gritó Juan, señalando con el dedo. La gatita había encontrado refugio entre las ramas de un arbusto. "¡Estrella, ven!" - la llamó Valentina, con la voz ansiosa.

Poco a poco, Estrella salió del arbusto y fue hacia su grupo de amigos. Todos la abrazaron con alegría. "Nunca más te vamos a dejar sola", prometió Lucas. La maestra Marta sonrió, orgullosa de la preocupación y cariño que los niños habían mostrado por su mascota.

Esa experiencia les enseñó a compartir la responsabilidad y a cuidar a quienes amamos. Al final de la semana, decidieron hacer una campaña para ayudar a otros animales sin hogar, recolectando comida y juguetes. "¡Vamos a ser una gran ayuda para otros como Estrella!" - ¡Todos estaban entusiasmados!

Así, los niños de cuarto año no solo aprendieron a cuidar de su gatita, sino también a ser generosos y compasivos con otros animales que necesitaban ayuda. Desde ese día, Estrella se convirtió en una gatita famosa entre todos los alumnos de la escuela, y siempre tendría un lugar especial en sus corazones.

FIN.

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