La Gran Aventura de Peke y Pepe



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un adorable cachorro San Bernardo llamado Peke. Tenía un corazón enorme y una curiosidad aún más grande. Un soleado día, mientras exploraba su vecindario, Peke vio algo raro en la pared de su casa: una caca embarrada, ¡y vaya que estaba en un lugar extraño!"¡Mirá eso, Pepe!" - exclamó Peke, señalando con su patita.

Pepe, su primo bulldog, que siempre estaba dispuesto a hacer travesuras, miró la caca con ojos curiosos.

"¿Peke, huelela?" - preguntó Pepe, acercándose con cautela.

Peke, sintiendo la valentía del momento, decidió oler. "¡Puaj! Huele horrible, ¿qué será?" - contestó, arrugando la naricita.

Los dos cachorros, intrigados, decidieron investigar. "¡Vamos a averiguar de dónde vino!" - dijo Peke. Así, comenzaron su búsqueda. Mientras pateaban el barrio, se toparon con su amiga Lía, una pequeña gata que siempre estaba llena de ideas.

"¿Qué hacen ustedes, cachorros curiosos?" - preguntó Lía, estirándose sobre un arbusto.

"Encontramos una caca extraña en la pared y queremos descubrir de dónde salió. ¿Sabés algo?" - dijo Peke emocionado.

Lía, pensando, maulló "Tal vez podamos encontrar pistas si seguimos el camino de la caca. ¿Vamos?" - Propuso, y los tres amigos se pusieron en marcha.

Mientras seguían el rastro, encontraron varios animales, como un pájaro que cantaba, un caracol muy lento y hasta una tortuga que estaba tomando sol.

"¿Cómo vamos a saber de quién es la caca?" - se preguntó Pepe.

La tortuga, con su voz serena, sugirió "Pregunten a otros animales que vivan cerca. Cada uno puede contarles algo."

Siguiendo su consejo, los cachorros fueron haciendo preguntas a cada uno que encontraban. El pájaro les decía que él no había visto nada raro, el caracol tuvo que pensar un momento, y la tortuga se rió con su sabiduría.

Al final, Peke, Pepe y Lía llegaron al parque donde vieron a un grupo de perritos jugando. Peke se acercó y preguntó "Hola, ¿alguien sabe algo sobre una caca embarrada en una pared?"

Un perrito caniche se acercó y les contó una historia graciosa. "¡Eso es de Nala! Ella juega a correr y a veces olvida limpiar sus travesuras cuando juega por el barrio. ¡Es un poco traviesa!"

Los amigos se miraron, y decidieron que era hora de hablar con Nala. Encontraron a Nala corriendo y ladrando alegremente.

"¡Nala!" - llamó Peke, "¿Eras vos la que dejó la caca en la pared?"

Nala se detuvo y rió. "¡Ups! Sí, a veces me emociono tanto que olvido que debo ir a un lugar especial para hacer mis cosas. ¡Lo siento!"

Pepe, haciendo una mueca, dijo "Es importante que todos sepan que debemos cuidar nuestro barrio. La caca no debe estar donde no corresponde."

"¡Tienes razón, Pepe!" - asintió Nala. "Voy a poner más atención la próxima vez. Gracias por decírmelo, amigos. ¡Prometo mejorar!"

Peke, Pepe y Lía se sintieron contentos por haber resuelto el misterio. Ya no solo habían hecho una nueva amiga, sino que también habían aprendido la importancia de cuidar su hogar y hacerse responsables de sus propias travesuras.

Desde ese día, todos los cachorros del barrio se comprometieron a avisarse y a ayudar a limpiar, cada vez que veían algo que no debía estar allí. Y así, el barrio se volvió un lugar más limpio y feliz, gracias a la valentía de Peke, el ingenio de Pepe y la astucia de Lía. Y nunca más volvieron a ver una caca embarrada en la pared de su casa.

Fin.

FIN.

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