La Hormiga Valiente que No Quería Trabajar



Había una vez en un colorido hormiguero, una hormiga llamada Lila. A diferencia de sus compañeras, que siempre estaban ocupadas recolectando comida o construyendo túneles, Lila tenía un espíritu libre y aventurero. Cada vez que su mamá le decía que era hora de trabajar, Lila respondía:

"¡Pero mamá! Quiero explorar el mundo más allá del hormiguero. ¡Hay tanto que ver!"

Su madre la miraba preocupada:

"Querida, entenderás que el trabajo en equipo es lo que mantiene viva nuestra colonia. Sin trabajo, no sobreviviremos."

Pero Lila no podía dejar de soñar. Así que un día, decidió escaparse a la superficie, donde encontró un hermoso jardín lleno de flores. Mientras se maravillaba con los colores y olores, escuchó un grito:

"¡Ayuda! ¡Socorro!"

Era un pequeño pájaro llamado Tico, atrapado en un arbusto espinoso. Sin pensarlo dos veces, Lila corrió hacia él:

"¿Qué te pasó, Tico?"

"Me he enredado en estas espinas. No puedo volar. ¡Ayúdame!"

Lila miró las espinas y pensó en cómo podría ayudar. La lógica de trabajar en grupo estaba en su mente, pero no había nadie alrededor. Así que decidió hacer algo por sí sola.

Con su pequeño cuerpo y gran determinación, empezó a cortar las espinas con sus fuertes mandíbulas. Mientras trabajaba, se le ocurrió que, si pudiera liberar a Tico, podría aprender a volar con él y ver el mundo desde las alturas.

Después de mucho esfuerzo, Lila logró liberar al pájaro. Tico la miró, emocionado:

"¡Eres increíble, Lila! Te debo mi libertad. ¿Puedo llevarte a dar un paseo por el cielo?"

Los ojos de Lila brillaron de emoción:

"¡Sí, sí, por favor!"

Juntos, volaron sobre el jardín, las casas y los árboles. Mientras disfrutaban el viaje, Lila se dio cuenta de que ayudar a los demás era una forma especial de trabajar.

Pero de repente, mientras estaban en el aire, vieron algo preocupante: un grupo de humanos había comenzado a derribar los árboles del parque para hacer un nuevo edificio.

"¡No! Están destruyendo nuestro hogar. ¿Qué podemos hacer?"

Tico bajó el vuelo y le dijo:

"Debemos avisar a todas las hormigas y unir fuerzas para detener esto. Tú conoces el camino mejor que nadie. ¡Vamos!"

Lila sintió un gran peso en su corazón, ahora comprendía que el trabajo en equipo era crucial. Rápidamente regresó al hormiguero y empezó a reunir a sus amigas:

"¡Amigas! Los humanos están a punto de destruir nuestro hogar. Necesitamos actuar ahora mismo. ¡Acompáñenme!"

Las hormigas, aunque algo reticentes al principio, se dejaron llevar por el entusiasmo de Lila y la siguieron.

Juntas, crearon un plan: mientras un grupo de hormigas distraía a los humanos haciendo ruido, el otro empezaría a mover pequeñas piedras y ramas para construir una barrera.

"¡Vamos, somos fuertes y podemos lograrlo!" - gritó Lila mientras trabajaba junto a sus compañeras.

Y así fue como, usando su ingenio y trabajando todas juntas, lograron crear una muralla improvisada que impidió a los humanos avanzar.

Los trabajadores se sorprendieron al ver esta barricada, y tras un rato de discusión, decidieron no continuar con la demolición de los árboles.

Cuando los humanos se alejaron, Lila y sus amigas estaban llenas de orgullo.

"Lo hicimos, Lila, ¡lo hicimos!" - gritaban sus amigas.

Lila sonreía y, en ese momento, entendió que el trabajo en equipo y la ayuda a los demás era una gran aventura. Desde entonces, siempre estaba dispuesta a colaborar con su colonia, y cada vez que alguien le preguntaba:

"¿Te gustaría ayudar a recolectar comida o construir un túnel?"

Ella con gusto respondía:

"¡Por supuesto!"

Y así, Lila no solo se convirtió en una hormiga trabajadora, sino también en una heroína que había salvado su hogar. Así aprendió que no hay tareas pequeñas, y que cada uno tiene un papel importante en su comunidad.

Y, sobre todo, que el verdadero trabajo es el que se hace con el corazón, donde la amistad y la unión triunfan siempre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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