La Noche de las Emociones



Había una vez en un pequeño pueblo, tres amigos que vivían en el corazón de un colorido bosque. Eran Ansiedad, Alegría y Furia. Desde que el sol se escondía y la luna comenzaba a brillar, los tres siempre tenían aventuras juntos. Sin embargo, había algo que les preocupaba: ¡no podían dormir!

Una noche, cuando las estrellas comenzaban a parpadear en el cielo, Ansiedad se dejó caer en el prado, mirando las nubes que se deslizaban por el firmamento.

"No puedo dejar de pensar en todo lo que tengo que hacer mañana. ¡Hay demasiadas cosas!" - dijo Ansiedad con un suspiro profundo.

Alegría, probando un poco de su risita contagiosa, añadió:

"Pero hoy fue un despertar maravilloso, ¡tuvimos un picnic en el río y jugamos todo el día! ¿Por qué no pensamos en eso?"

Furia, moviendo su cola con energía, gritó:

"¡Bah! No puedo dormir. ¡Me enoja que no podamos disfrutar de la noche!"

Al escuchar a sus amigos, Ansiedad comenzó a sentirse más inquieta. "¿Y si no puedo dormir bien? ¡Mañana será un desastre!"

Alegría decidió que debía hacer algo. "Chicos, ¿y si inventamos un juego para calmar las mentes agitados? Podemos relajar a Ansiedad y distraer a Furia."

"¿Qué tipo de juego?" - preguntó Furia intrigado, dejando de lado su agitación por un momento.

"Podemos jugar al escondite de las estrellas. Cada uno de nosotros escogerá una estrella y el que logre encontrarla en el cielo será el rey o la reina de la noche y se llevará un deseo para llevar a casa." - propuso Alegría con una gran sonrisa.

Los tres amigos se dispersaron y comenzaron su búsqueda. Ansiedad se concentró en la estrella más brillante, mientras Furia buscaba frenéticamente la estrella más oscura y Alegría se reía tras cada intento. Al final, al ver a sus amigos disfrutar, todo momento de tensión se fue desvaneciendo.

Después de un rato, regresaron juntos, pero Ansiedad tenía un pequeño brillo en sus ojos.

"¡Chicos! Creo que entendí algo. No importa cuánto tenga que hacer mañana, esta noche estoy aquí con ustedes, disfrutando."

"Así es, por eso hoy fue tan divertido. ¡Centrémonos en disfrutar el momento!" - agregó Alegría mientras saltaba de alegría.

Furia, aún un poco inquieto, exclamó:

"Sí, estoy comenzando a sentirme más tranquilo. ¿Por qué no hacemos una historia antes de acostarnos?"

Ansiedad se sintió mejor al escuchar eso. "Podemos turnarnos para contar la historia de nuestros días y así recordar lo que nos hizo felices. Quiero contar sobre el picnic."

Los tres encontraron un lugar bajo un gran árbol y comenzaron a contar historias sobre sus días, riendo y comentando cada recuerdo. Cuando se dieron cuenta, el sueño ya había comenzado a seducirlos.

"¡Miren las nubes! Parecen almohadas!" - exclamó Alegría.

Y uno por uno, se fueron quedando dormidos bajo el cielo estrellado, con los corazones llenos de momentos felices y sonrisas en sus rostros.

Desde esa noche, Ansiedad, Alegría y Furia aprendieron que, aunque todas sus emociones eran importantes, siempre había espacio para la diversión y la calma antes de dormir. Y así, cada vez que el sol se escondía, jugaban juntos y se contaban historias, convirtiendo la noche en un tiempo mágico en vez de un momento de preocupación.

Fin.

FIN.

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