La Noche de las Sombras



Era una noche oscura en el pequeño pueblo de Villamisterio, donde todo parecía estar en calma. Sin embargo, en la casa de la señora Vianai, la atmósfera era diferente. La Sra. Vianai, conocida popularmente como la mamá Vianai, era una mujer valiente que siempre tenía una historia mágica o de aventura para contar a los niños del barrio. Pero aquella noche, algo extraño estaba ocurriendo.

- ¡Kristell! - llamó la señora Vianai desde su cocina -. ¡Chente, vení a ver esto!

Kristell y Chente, dos curiosos amigos, corrieron hacia la casa de la señora Vianai, llenos de emoción.

- ¿Qué está pasando, mamá Vianai? - preguntó Kristell mientras entraban.

- Miren lo que encontré en el bosque - dijo la señora Vianai, señalando a un antiguo libro cubierto de polvo.

El libro tenía un aspecto misterioso, con una portada que brillaba ligeramente en la oscuridad.

- ¿Podemos abrirlo? - preguntó Chente, con los ojos llenos de curiosidad.

- Claro, pero debemos tener cuidado - advirtió la señora Vianai. - Este libro contiene historias de sombras, y a veces hay que saber cómo tratarlas.

Los tres se sentaron en la mesa, y la señora Vianai comenzó a pasar las páginas. Las sombras de la habitación parecían cobrar vida, danzando en la luz de las velas que habían encendido.

- ¿Qué son esas sombras? - preguntó Kristell, un poco asustada.

- Son las historias que han estado atrapadas en este libro por mucho tiempo - explicó la señora Vianai. - Cada vez que leemos una, se desata una aventura. Pero a veces, las sombras no quieren que las liberen.

Sin pensarlo dos veces, Chente exclamó:

- ¡Leamos una! Quiero saber qué misterios nos traen.

La señora Vianai sonrió y comenzó a leer en voz alta. De repente, el viento sopló con fuerza, las ventanas vibraron y las sombras comenzaron a cobrar forma. Un murmullo empezó a llenar el aire, como si las sombras estuvieran hablando entre sí.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Kristell, asustada.

- No se preocupen - la tranquilizó la señora Vianai -. Las sombras solo quieren ser escuchadas. Están cansadas de estar atrapadas en el libro.

Con coraje, Chente se acercó al libro y dijo:

- ¡Queremos conocer sus historias! ¡Cuéntennos!

Las sombras comenzaron a narrar sus aventuras, llenas de misterios y desafíos. Había historias de criaturas mágicas, de tesoros escondidos y de valientes que habían enfrentado sus miedos.

- ¡Eso es! - exclamó Kristell emocionada. - Enfrentemos juntos lo que venga. ¡No le temamos a las sombras!

La señora Vianai sonrió y agregó:

- Cada uno de nosotros tiene sombras y miedos, pero si las escuchamos y las comprendemos, podemos aprender a vivir con ellas.

Entonces, decidieron ayudar a liberar a las sombras. Juntos, comenzaron a brindarles luz, recordando cada historia que habían escuchado.

- ¡Gracias, valientes! - dijeron las sombras, aliviadas y agradecidas. - Ahora cuando esté oscuro, recordaremos que hay luz en el corazón de aquellos que creen en las historias.

Con un último estallido de luz, las sombras se desvanecieron, dejando solo el calido resplandor de la vela en la mesa. El libro brillaba intensamente, como un recordatorio de que enfrentar los miedos y darles voz es lo que realmente importa.

- Lo logramos - dijo Kristell, sonriendo - enfrentamos nuestras sombras y enseñamos que hay luz en la oscuridad.

- Recuerden, siempre que sientan miedo, pueden usar su valentía y su corazón para enfrentar lo que venga - les dijo la señora Vianai, contenta.

Así, en aquella noche que comenzó aterradora, los tres amigos aprendieron que no hay que temer a lo desconocido, sino abrazarlo, porque cada sombra puede contar una historia que merezca ser escuchada.

FIN.

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