La Ovejita Doctora



Había una vez una ovejita llamada Lulú, que vivía en una hermosa granja en el campo. Desde pequeña, Lulú había tenido un gran sueño: quería ser doctora en primeros auxilios. Al mirar a las vacas, gallinas y cerdos del corral, se imaginaba curándolos cuando se lastimaban o se sentían mal.

"Cuando yo sea doctora, todos en la granja estarán a salvo", se decía Lulú.

Para cumplir su sueño, Lulú se ponía a estudiar con mucho esmero. Practicaba reviviendo a un muñeco de paja que había encontrado en el granero. Pasaba horas aprendiendo técnicas, conectando los puntos en su cabeza y haciendo ejercicios de respiración.

Un día, por fin logró su gran objetivo.

"¡Soy una doctora en primeros auxilios!", saltó de alegría mientras bailaba entre las flores. Todos los animales la aclamaron.

"¡Hurra por Lulú!", gritaban, y así ella se sintió más contenta que nunca.

Pasaron los días y Lulú estaba lista para ayudar en cualquier emergencia. Un día, mientras paseaba por la selva cercana, escuchó un estruendo. Corrió hacia el lugar del sonido y se encontró con una vaca llamada Clara que había tropezado y cayó al suelo.

"¡Ayuda!", mugía Clara, visiblemente preocupada.

"¡No te preocupes, Clara! Yo puedo ayudarte. Soy Lulú, la doctora en primeros auxilios", respondió la ovejita con valentía.

Sin dudarlo, se puso a trabajar.

"Primero voy a revisarte", dijo Lulú, mientras examinaba a Clara. "Sólo necesitas un poco de ayuda para ponerte de pie".

Lulú recordó todos los ejercicios que había practicado con su muñeco. Le explicó a Clara lo que iba a hacer.

"Voy a contar hasta tres y luego te impulso. ¡1, 2, 3!". Y con un fuerte empujón, logró levantar a Clara.

"¡Lo logré!", gritó emocionada.

Clara se levantó, moviendo su cola de felicidad.

"¡Gracias, Lulú! Me siento mejor, pero aún tengo un problema... No puedo regresar a mi campo. Mis hijitas me están esperando, y si no doy leche, se quedarán sin su almuerzo", dijo Clara, con lágrimas en los ojos.

Lulú, recordando lo importante que era la leche para las pequeñitas, tuvo una idea.

"Si puedo ayudarte a llegar, seguro que podremos hacer algo. ¡Ven, intentemos caminar juntas!", le propuso Lulú.

Como Clara era mucho más grande, Lulú se subió a su lomo para ayudarla a caminar con mayor estabilidad. Juntas avanzaron lentamente hacia el campo. En el camino, Lulú se dio cuenta de que Clara podía necesitar un poco más de energía, así que le dio un poco de la hierba fresca que había recogido.

"Esto te dará fuerzas", dijo Lulú, convencida.

Clara la miró agradecida. Con cada paso, sentía que las energías regresaban, y pronto lograron llegar al campo. Las pequeñas vaquitas esperaban ansiosas, y al ver a su madre, comenzaron a saltar de alegría.

"¡Mami! ¡Te extrañamos!", dijeron las pequeñas.

"Yo también las extrañé mucho, ¡pero aquí estoy porque Lulú me ayudó!", respondió Clara, muy orgullosa de su nueva amiga.

Lulú sonrió satisfecha al ver a Clara y a sus hijitas juntas.

"¡Todo salió bien, y lo más importante es que ahora todas están felices!", exclamó.

Los animales del campo, al enterarse de la hazaña de Lulú, empezaron a visitarla. Todos querían que les enseñara sobre primeros auxilios. Así fue como Lulú no solo cumplió su sueño, sino que también se convirtió en la mejor doctora del lugar, ayudando a todos los animales de la granja y la selva.

Desde entonces, Lulú enseñó a sus amigos a cuidar de los demás, y así crearon juntos un mundo más seguro y lleno de amor.

"¡Siempre ayudemos a quienes nos necesitan!", decía Lulú con su gran sonrisa, orgullosa de ser una doctora valiente y generosa.

FIN.

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