La Pizza Fantástica y el Fantasma Amistoso



Una noche de Halloween, Lucas, Sofía y Mateo decidieron visitar "La Pizza Fantástica" en Salsaloco. Se decía que esa pizzería estaba embrujada, y estaban listos para la aventura.

Al entrar, las luces parpadeaban y un viento suave susurró entre las mesas.

"¿Sentiste eso?" - dijo Sofía, abrazando su lámpara de juguete.

"Es solo el viento, no pasa nada" - afirmó Lucas, aunque sus ojos brillaban de emoción.

"Vamos a ver qué hay en la cocina, ¡tal vez podamos hacer nuestra propia pizza fantasma!" - propuso Mateo, entusiasmado.

Los tres amigos se adentraron en la pizzería, cuyas paredes estaban decoradas con telarañas de papel y divertidos fantasmas de cartón. Cuando llegaron a la cocina, encontraron una gran mesa llena de ingredientes y un delicioso olor a tomate y queso.

"¡Miren!" - dijo Mateo apuntando a un delantal en el gancho. "Parece que alguien está aquí para ayudarnos a cocinar."

De pronto, emergió un fantasma ligero y amistoso, con una gran sonrisa en su rostro.

"¡Hola, chicos! Soy Pancho, el fantasma de la pizzería. No se preocupen, no muerdo, solo ayudo a hacer la mejor pizza del mundo" - exclamó con alegría.

Sofía, emocionada, preguntó:

"¿Cómo podemos hacer una pizza fantasma?"

"Primero, necesitan usar su imaginación. Aquí podemos preparar la masa, pero ustedes tendrán que decidir qué ingredientes usar" - explicó Pancho, mientras les mostraba cómo amasar la masa.

Los amigos comenzaron a mezclar harina, agua y levadura, y Pancho les enseñó sobre la importancia de trabajar en equipo.

"Recuerden, cocinar es como jugar: la clave es divertirse juntos" - les decía mientras hacía aparecer un poco de muzzarella y tomates.

"¿Y si hacemos rostros divertidos con los ingredientes?" - sugirió Lucas.

"¡Sí! Podríamos hacer un fantasma con mozzarella y aceitunas" - agregó Sofía, risueña.

"Yo quiero un monstruo con pimientos y pepperoni" - dijo Mateo.

Así, la cocina se llenó de risas y creatividad. Mientras preparaban las pizzas, Pancho les contaba historias sobre cada ingrediente.

"¿Saben qué? Cada vez que hacemos una pizza, estamos compartiendo amor y alegría con quienes la comen. Eso es mágico" - explicó.

Cuando las pizzas estuvieron listas, las metieron al horno, y mientras esperaban, Pancho les propuso un juego.

"Vamos a ver quién puede contar la historia más emocionante sobre un fantasma. Yo empiezo: Había una vez un fantasma que..."

Los amigos comenzaron a turnarse, narrando cuentos de aventuras y risas que hacían que el tiempo volara.

"¡Ding!" - sonó el horno y todos corrieron a ver sus creaciones. Las pizzas estaban doradas y con un aspecto delicioso.

"¡Mirá lo bien que quedaron!" - exclamó Mateo.

"¡Vamos a probarlas!" - animó Sofía, mientras todos se servían un trozo.

Al probar su obra maestra, se miraron entre ellos asombrados.

"¡Es la mejor pizza que he comido en mi vida!" - gritó Lucas.

"¡Gracias, Pancho!" - agradecieron los tres al unísono.

"No fue solo yo, fue el trabajo en equipo y la amistad que pusieron en cada pedazo" - respondió Pancho, con una sonrisa.

Cuando terminó la noche, los amigos supieron que lo que hicieron no solo fue cocinar; también aprendieron sobre la amistad, la creatividad y la magia de compartir.

"¿Podemos volver a hacer pizzas con vos, Pancho?" - preguntó Sofía.

"Claro que sí, siempre habrá un lugar para ustedes en La Pizza Fantástica" - respondió Pancho con una sonrisa.

Esa noche, los tres amigos se despidieron de la pizzería, llevando consigo no solo recuerdos deliciosos, sino también lecciones valiosas sobre la amistad y la alegría de trabajar juntos. Y así, cada Halloween, volvían con Pancho para cocinar nuevas aventuras.

FIN.

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