La pluma de los deseos



Era un día soleado y Tito y Lola estaban jugando en el parque. De repente, algo brillante llamó su atención entre la hierba. Cuando se acercaron, se encontraron con una pluma gigante y luminosa que brillaba como si tuviera estrellas atrapadas en su interior.

- ¡Mirá, Tito! - dijo Lola emocionada, señalando la pluma. - ¡Es increíble! ¡Seguramente es una pluma mágica! ¡Podemos pedir deseos!

Lola saltó de alegría. Tito, aunque también se sintió entusiasmado, recordó lo que su abuelo siempre le decía: "La curiosidad por la verdad es más poderosa que cualquier deseo". Entonces, decidió que era mejor investigar un poco antes de dejarse llevar por la emoción.

- Esperá, Lola - dijo Tito, levantando una ceja. - No sabemos de dónde viene esta pluma. ¿Y si tiene un dueño?

Lola frunció el ceño mientras observaba la pluma.

- Pero, ¿y si de verdad podemos hacer un deseo? ¿No podríamos pedir algo como un día perfecto en el parque?

Tito se quedó pensativo. Sabía que la idea de hacer un deseo era tentadora, pero también sabía que debía ser responsable.

- Entendé, Lola. Vamos a averiguarlo. Tal vez deberíamos buscar a alguien que sepa más sobre esta pluma antes de usarla.

De inmediato, los amigos comenzaron a recorrer el parque, preguntando a los adultos si sabían algo sobre la pluma. Se encontraron con una anciana que estaba alimentando a las palomas.

- Disculpe, señora - dijo Tito, acercándose con cautela. - Encontramos esta pluma en el suelo. ¿Sabe si es mágica?

La anciana sonrió y se quedó mirando la pluma con atención.

- Ah, la pluma del misterio - dijo. - He oído historias sobre ella. Se dice que contiene el poder de los deseos, pero solo aquellos que son verdaderos y desinteresados se hacen realidad.

- ¿Y cómo sabemos si nuestro deseo es verdadero? - preguntó Lola, con los ojos brillantes.

La anciana acarició su barba y reflexionó:

- Necesitan reflexionar. Pregúntense a sí mismos qué desean y por qué lo desean. Los deseos impulsados por el amor y la bondad son los que se hacen realidad.

Tito y Lola se miraron sorprendidos y pensativos.

- Tal vez no deberíamos desear algo para nosotros mismos - sugirió Tito. - ¿Qué tal si pedimos algo que ayude a otros?

Lola asintió lentamente, comprendiendo lo que Tito quería decir.

- Como… ¡hacer que todos los niños tengan un día divertido! - exclamó.

Con una nueva perspectiva, decidieron regresar a la pluma.

- ¡Deseamos que todos en el parque tengan un día lleno de risas y alegría! - gritaron al unísono.

Una brisa mágica sopló sobre ellos y la pluma comenzó a brillar intensamente.

De repente, los niños del parque comenzaron a reír y jugar, como si la alegría se hubiera desatado como un vendaval. Tito y Lola observaron felices cómo todos disfrutaban del momento.

- Mira, ¡funcionó! - dijo Lola con una sonrisa radiante.

Tito sonrió, pero su mente seguía trabajando. Había aprendido algo importante:

- No se trata solo de los deseos - dijo. - Se trata de lo que hacemos por los demás. Esa es la verdadera magia.

Desde ese día, Tito y Lola se convirtieron en los guardianes del parque. Cada vez que veían a alguien en apuros o a un niño triste, hacían un pequeño gesto para ayudar, mostrando que a veces, el mejor deseo es el que se convierte en acción.

Juntos aprendieron que la verdadera magia reside en nuestros corazones y en cómo compartimos la alegría con los demás.

Y así, gracias a la pluma gigante y brillante, no solo se convirtieron en grandes amigos, sino también en grandes hacedores de felicidad.

Desde entonces, el parque nunca volvió a ser el mismo, y Tito y Lola, con su amor por la verdad y la alegría, siguieron esparciendo sonrisas por todos lados.

FIN.

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