La Selva de la Verdad



En un rincón alejado de la selva, había un grupo de animales conocidos por su deshonestidad. Eran traviesos y astutos, siempre buscando cómo engañar a los demás para obtener lo que querían. Entre ellos estaban Tico, el zorro; Carla, la ardilla; y Beto, el loro.

Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon un rumor sobre el Gran Festival de la Honestidad, que se celebraría en la selva vecina. La leyenda decía que quien participara del festival aprendería los secretos de la verdad, y eso traería felicidad y prosperidad.

"¿Qué tal si vamos y hacemos un plan para ganar el premio?" - sugirió Tico.

"Eso suena genial, podríamos hacer trampa y llevarnos todos los premios" - contestó Carla mientras reía.

"Yo diría que mejor no hagamos trampa, por las dudas..." - murmuró Beto, algo dudoso.

Pero sus amigos insistieron. Así que, al día siguiente, partieron hacia la selva vecina con la idea de engañar a los animales en el festival.

Al llegar, se sintieron emocionados. Era un lugar lleno de colores, música y risas. Los animales de la selva estaban participando en juegos donde se premiaba la honestidad y la transparencia.

En el primer juego, los competidores debían atrapar un pez, pero el truco era que sólo podían usar sus manos.

"Miren, tengo un plan - dijo Tico. - Voy a saltar al agua y sacar un pez en un segundo. Ustedes me cubren."

Carla y Beto asintieron y, al intentar, Tico fue atrapado por los cuidadores del festival.

"¡Pero... pero no hice trampa!" - gritó Tico.

"La honestidad es la clave aquí, amigo. Solo los que juegan limpios pueden competir." - dijo el guardabosques, un viejo y sabio búho.

Los amigos no podían creerlo. Al ver cómo eran descalificados, decidieron cambiar de estrategia y simplemente observar el festival.

Mientras observaban, comenzaron a notar el brillo en los ojos de los otros animales, llenos de alegría al jugar juntos y reírse.

"¿Te das cuenta, Carla? Están disfrutando, y no hay necesidad de mentir..." - dijo Beto.

"Sí, realmente parece bonito jugar así. No me había dado cuenta..." - respondió Carla, con tono pensativo.

Esa noche, decidieron sentarse a contemplar las estrellas. Mientras miraban el cielo, un grupo de animales se acercó.

"¿Por qué no juegan con nosotros? Les prometemos que aquí solo hay honestidad y respeto" - dijo una dulce tortuga.

Los tres amigos se miraron, un poco avergonzados. No sabían cómo unirse a ellos, pero sinceramente sentían una nueva chispa en sus corazones.

"Creo que nos gustaría participar, pero somos animales deshonestos..." - admitió Tico, con la cabeza baja.

"No importa el pasado, lo que importa es lo que elijan hacer ahora. ¡Vengan!" - animó la tortuga.

Así fue como Tico, Carla y Beto se unieron a los juegos. Poco a poco, comenzaron a disfrutar de la honestidad, dejando de lado su antiguo comportamiento. Ganaron un par de juegos, pero no por mentir ni hacer trampa, sino por su verdadero esfuerzo y cooperación.

Al final del festival, recibieron un pequeño premio: un trozo de fruta fresca y una medalla que decía 'Honesto'.

"¡Miren lo que hemos conseguido sin robar ni engañar!" - exclamó Carla, llena de felicidad.

"La próxima vez que planeemos algo, lo haremos de la manera correcta, como en estos juegos" - dijo Tico, sonriendo.

"Creo que aprendimos una valiosa lección hoy" - agregó Beto mientras se comía su fruta.

Desde ese día, aunque tuvieron sus recaídas, los tres amigos decidieron vivir con honestidad, disfrutando de cada momento en su nueva selva.

Y así, la selva de la veracidad llenó sus vidas con colores, amistad y alegría. La honestidad se convirtió en parte de sus aventuras, recordándoles siempre que, a veces, lo más valioso se logra siendo uno mismo, sin trampas y rodeados de gente que quieres.

Fin.

FIN.

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