La Serpiente y el Ratón



En un frío invierno en el campo, donde la nieve cubría el suelo como una manta blanca, vivía una serpiente malvada llamada Serpentina. Serpentina era muy astuta y siempre tenía hambre. Un día, mientras se deslizaba por entre los arbustos, vio a un pequeño ratón llamado Ramón, buscando algo para comer.

"¡Mmm! Ese ratón se ve delicioso!" - pensó Serpentina, con sus ojos llenos de malicia.

Ramón estaba temblando de frío, su pequeño cuerpo apenas podía moverse en la nieve.

"¡Ay, cuánto frío hace!" - se quejaba, con voz temblorosa. "Necesito encontrar un refugio y algo de comida."

Serpentina se acercó lentamente, con la lengua fuera, lista para atrapar a su presa.

"¡Hola, ratón!" - dijo, fingiendo ser amigable. "¿Qué haces aquí solo en el campo?"

Ramón, temeroso, respondió:

"Buscando algo de comida y un lugar caliente para refugiarme."

Serpentina sintió un escalofrío de emoción. ¡Estaba tan cerca de su comida! Pero mientras la miraba a los ojos, Ramón le dio una gran pena. El pequeño ratón parecía tan desprotegido y sucio de frío. Justo en ese momento, Serpentina se sintió diferente. Se dio cuenta de que, en lugar de seguir con su plan, comenzó a interesarse por las necesidades del ratón.

"¿Sabes qué? En lugar de comerme, puedo ayudarte a encontrar un refugio. Me da lástima verte aquí, tan solo y temblando de frío" - dijo Serpentina, sorprendida por sus propias palabras.

Ramón, confundido, la miró y preguntó:

"¿De verdad? ¿Pero tú eres una serpiente?"

"Sí, pero no todas las serpientes son malas. También puedo ser buena. ¿Te gustaría que te ayude?" - respondió Serpentina con sinceridad.

"¡Oh, gracias! Eso sería genial. Pero, ¿cómo vas a ayudarme?" - preguntó Ramón, con una pizca de esperanza.

"Conozco un lugar cálido y seguro, donde hay un montón de hojas secas que te mantendrán abrigado. Ven, sígueme!" - dijo Serpentina, moviéndose rápidamente hacia su escondite secreto.

Ramón, que al principio dudaba, decidió confiar en la serpiente. La siguió a través del campo nevado, dejando huellas detrás. Después de unos minutos, llegaron a una pequeña cueva escondida detrás de un arbusto.

"Aquí es. ¡Es perfecto!" - dijo Ramón, al ver el suave refugio lleno de hojas.

"Sí, lo sé. Siempre guardo cosas aquí cuando tengo frío. Nunca pensé que podría compartirlo con alguien." - dijo Serpentina, un tanto orgullosa.

Mientras estaban allí, comenzaron a hablar sobre sus vidas. Ramón contó historias de las travesuras que solía hacer y Serpentina habló sobre los momentos en los que se sintió sola.

"A veces, a pesar de ser mala, me siento muy sola. Nadie quiere ser mi amiga porque tengo la fama de ser aterradora" - confesó Serpentina, sus ojos reflejando tristeza.

"Yo también me siento solo a veces. Pero creo que podemos ser amigos, aunque seamos muy diferentes" - respondió Ramón, sonriendo.

Desde ese día, Serpentina y Ramón se volvieron inseparables. Jugaron en el campo, ayudaron a otros animales y aprendieron sobre la importancia de la amistad a pesar de las diferencias. Serpentina se dio cuenta de que ser buena era mucho más divertido que ser malvada.

El invierno pasó y llegó la primavera, llenando el campo de colores. Los dos amigos disfrutaron de cada momento juntos. Serpentina ya no quería comer ratones, quería proteger a Ramón y cuidarlo.

"Te prometo que siempre estaré a tu lado, amigo mío" - dijo Serpentina, mientras se enroscaba alrededor de Ramón en señal de cariño.

Y así, la serpiente malvada se transformó en una amiga cariñosa y protectora. Aprendieron que la verdadera amistad puede sobrepasar las diferencias y que ser amable siempre trae recompensas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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