La Sirenita y el Mundo de Arriba



En el colorido fondo del mar, donde los corales danzaban al compás de las olas, vivía una sirena llamada Marina. Tenía un largo cabello azul que brillaba como los azules del océano y unas escamas verdes que relucían bajo el sol. Marina compartía su hogar con sus hermanas, su padre y un grupo de divertidos amigos: un pez payaso llamado Risi y un cangrejo bromista llamado Cangri.

- ¡Vamos a jugar al escondite! - propuso Risi, moviendo su aleta entusiasmado.

- ¡Sí! - respondió Cangri, haciendo piruetas entre las algas.

- ¡No puedo! - dijo Marina, suspirando. - Tengo que practicar mi canto, quiero ser la mejor sirena del mar.

Marina adoraba el canto, pero su corazón latía por algo más: quería descubrir el mundo de arriba, el misterioso reino de los humanos. Desde pequeña, había escuchado historias sobre barcos que pasaban y luces que brillaban en la superficie. Sin embargo, sus amigos siempre la advertían:

- Marina, ¡no vayas hacia arriba! - decía Risi, con ojos preocupados. - Es peligroso. No sabes lo que hay allí.

- ¡Sí! - añadió Cangri. - A veces los humanos son curiosos, pero nunca hemos visto uno nadar.

A pesar de las advertencias, la curiosidad de Marina solo crecía. Un día, mientras sus amigas jugaban a las escondidas, se decidió:

- ¡Voy a subir! Debo ver el mundo de los humanos, solo por un momento.

Marina nadó rápidamente hacia la superficie, y cuando finalmente emergió, sus ojos se abrieron desmesuradamente ante la belleza del atardecer. El cielo estaba pintado de colores que nunca había visto, y el sol brillaba como un diamante dorado.

- ¡Es increíble! - exclamó, deslizando su cola en el agua tranquila.

De pronto, escuchó risas. Marina giró y vio a un grupo de niños jugando en la playa. Se sumergió un poco más para observarlos.

- ¡Miren! - dijo una niña. - ¡El agua está brillando!

- Debe ser un reflejo - respondió otro niño.

Marina sonrió al ver su alegría. Sin embargo, al intentar acercarse un poco más, la ola la empujó hacia la arena.

- ¡Ay! - gritó mientras intentaba volver al agua.

Los niños se dieron cuenta de su presencia y se acercaron, pero no sabían que era una sirena.

- ¡Miren, una criatura del mar! - dijo un niño, casi gritando de emoción.

Pero justo en ese instante, Marina recordó las advertencias de Risi y Cangri.

- No puedo quedarme aquí, debo volver a casa - pensó.

Tomó aire y, en un movimiento rápido, nadó de vuelta al fondo del mar. Cuando se reunió con sus amigos, su rostro reflejaba la mezcla de emociones.

- ¡Marina, estás bien! - preguntó Risi, aliviado.

- Sí, pero... no puedo dejar de pensar en lo hermoso que era todo. La playa, los niños, el sol... - dijo Marina, con los ojos brillando de emoción.

- Pero, Marina, ¡son peligrosos! - advirtió Cangri, levantando sus pequeñas patas. - ¡Podrían atraparte!

- Lo sé, pero creo que hay más por descubrir. Sin embargo, me di cuenta de que pertenecía aquí, con ustedes, en nuestro hermoso reino submarino. Tengo que agradecerles por cuidarme - respondió Marina, abrazando a sus amigos.

Desde ese día, Marina decidió mezclar sus dos pasiones: el canto y la curiosidad. Comenzó a componer canciones sobre su aventura en la superficie y a contarlas a sus hermanas y amigos.

Así, La Sirenita no solo aprendió sobre el mundo de los humanos, sino que también comprendió el valor del hogar y la importancia de sus amistades. Con cada nota que salía de su corazón, ella vivió más aventuras, pero siempre regresaba al cálido abrazo de su familia y amigos en el fondo del mar.

Y así, Marina se convirtió en la sirena más famosa del océano, pero también en la más sabia, sabiendo que su verdadero tesoro eran los momentos compartidos con aquellos que más amaba.

FIN.

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