Las Aventuras de Bea y Beto



Había una vez en un hermoso jardín florido, dos abejas llamadas Bea y Beto. Eran grandes amigas y siempre estaban en busca de aventuras. Un día, mientras zumbaban felizmente por el bosque, Bea dijo:

"¡Beto, mira esas flores hermosas! Seguramente tienen mucho néctar. ¡Vamos a probarlas!"

Beto, siempre emocionado, respondió:

"¡Sí, Bea! ¡Pero también tenemos que ser cuidadosos! Hay muchos otros insectos que quieren lo mismo que nosotras."

Ambas abejas volaron hacia las flores más coloridas del jardín, y comenzaron a recoger néctar. Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que no estaban solas. Había una mariposa atrapada en una telaraña.

"¡Oh no! ¿Cómo podemos ayudarla?" preguntó Bea, preocupada.

Beto, con una chispa de valentía en su mirada, propuso:

"¡Podemos hacer algo! Tal vez si todas las abejas de este jardín unimos fuerzas, podremos liberar a la mariposa."

Bea, entusiasmada, asintió:

"¡Buena idea! Vamos a buscar a las demás abejas."

Así, volaron por todo el jardín, avisando a las otras abejas sobre la situación. Pronto, un grupo de abejas trabajadoras llegó al lugar. Juntas zumbaban:

"¡1, 2, 3, empujemos!"

Bea y Beto gritaron al unísono:

"¡Tiren con todo lo que tengan!"

Las abejas unieron sus fuerzas, y con su trabajo en equipo, lograron destensar la telaraña, liberando a la mariposa. Ella, agradecida, batió sus alas brillantes y dijo:

"¡Gracias, amigas! No saben cuánto significa esto para mí."

"¡No fue nada!" respondió Bea.

Beto agregó:

"Siempre es bueno ayudar a los demás. Además, ¡nos encanta hacer amigos!"

La mariposa sonrió y pidió que la acompañaran.

"Vengan conmigo, tengo un lugar mágico que seguro les va a encantar."

Intrigadas, Bea y Beto decidieron seguir a la mariposa. Después de volar por un sendero lleno de arbustos y flores, llegaron a un pequeño claro donde crecían las flores más hermosas y exóticas que jamás habían visto.

"¡Miren! Mientras pasaban a ayudarme, estaba pensando en un lugar lleno de néctar. ¡Ahora tienen mucho néctar para recolectar!" dijo la mariposa.

Bea y Beto se miraron emocionadas.

"Gracias por traernos aquí" dijo Bea, "pero, ¿no debemos seguir buscando el néctar de nuestro jardín?"

Beto, sabio, contestó:

"Lo importante es el viaje, Bea. A veces cuando ayudamos a otros y nos alejamos de nuestro camino, encontramos cosas aún más maravillosas."

Las dos abejas empezaron a recolectar néctar de las flores mágicas, llenando sus pequeñas barrigas. Mientras recolectaban, se dieron cuenta de que muchas otras abejas, además de ellas, estaban disfrutando del dulce néctar.

"Parece que este lugar es un tesoro que nadie conocía" comentó Beto.

Bea, con una gran sonrisa, añadió:

"¡Y lo descubrimos gracias a nuestra amabilidad!"

Después de un largo día de trabajo y diversión, Bea y Beto decidieron regresar a su hogar. Al llegar al jardín, todas las abejas las recibieron con alegría.

"¿Dónde estuvieron?" preguntó una abeja.

"¡Ayudamos a una mariposa y encontramos un lugar lleno de néctar!" contestó Bea.

Beto continuó:

"No sólo recogimos néctar, también hicimos una nueva amiga. Y aprendimos que ayudar a otros a menudo trae recompensas inesperadas."

Desde ese día, Bea y Beto se convirtieron en las heroínas del jardín. No sólo por traerse néctar a casa, sino porque siempre estaban dispuestas a ayudar a quienes lo necesitaban.

Y así, vivieron felices, volando de flor en flor, con mariposas y abejas como sus mejores amigos, recordando que la bondad siempre trae consigo sorpresas maravillosas.

FIN.

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