Las hojas mágicas de Sofía



Era un hermoso día de primavera cuando Sofía decidió visitar a su abuelita. Al llegar al viejo caserón, se sintió inmediatamente atraída por el aroma fresco y herbáceo que provenía del huerto. La abuelita Sonia estaba apilando cuidando sus plantas medicinales, que vibraban bajo el sol. Sofía corrió hacia ella con una sonrisa de oreja a oreja.

"¡Abuelita! ¿Puedo ayudarte en el huerto?" - preguntó Sofía con ojos brillantes.

"Claro, mi amor. Ven, te voy a enseñar algo muy especial" - respondió la abuela, con voz cálida y acogedora.

Sofía se acercó mientras la abuelita le mostraba una planta de hojas verdecitas que brillaban bajo la luz.

"Esta es la menta. Sabés, cada planta tiene su propio carácter y cada hoja cuenta una historia. ¡Vamos a contar las hojas!" - sugirió la abuela.

"¿Contarlas? ¿Por qué, abuelita?" - preguntó Sofía, curiosa.

La abuela sonrió y se sentó en el suelo.

"Contar las hojas es como contar los secretos que cada planta guarda. Cada hoja es un pequeño pedacito de sabiduría. Si las plantas son fuertes, serán capaces de ayudarnos de muchas maneras. Pero si hay pocas hojas, deberá cuidarse con más atención, ya que puede ser un signo de que necesita más cariño o agua" - explicó Sonia.

Como si entendieran la conversación, una suave brisa agitó las hojas de la menta, como si las plantas respondieran. Sofía se sintió emocionada.

"¿Podemos contar otras plantas también?" - exclamó.

"¡Por supuesto! Vamos a la manzanilla, que tiene un bonito aroma" - dijo la abuela. Ambas chicas se acercaron a la manzanilla y comenzaron a contar.

"Uno... dos... tres... cuatro... ¡cinco!" - gritó Sofía alegremente.

"Excelente, ¡cinco hojas! Esto significa que la manzanilla está feliz en este lugar. Recuerda que la felicidad nos ayuda a sanar también" - respondió la abuela, mientras recogía cuidadosamente algunas flores.

La tarde continuó, y la abuela mostró a Sofía distintas plantas: el romero, la lavanda y el tomillo. En cada una, contaron las hojas y las historias que cada planta les contaba. La abuela les dio a conocer sus usos y la importancia de cuidarlas.

"Las plantas son nuestros mejores amigos. Ellas nos dan aire, sabor, y hasta nos ayudan a sentirnos mejor en días grises" - explicó la abuela. Sofía escuchaba atenta mientras su abuelita le enseñaba a preparar un té de manzanilla.

De repente, notaron que había una planta en el rincón que no se parecía en nada a las demás. Tenía hojas secas y marchitas. Sofía se acercó, preocupada.

"¿Y esta planta, abuelita? ¿Está triste?" - preguntó.

La abuelita se agachó a observarla.

"Sí, mi niña. Esta es la hierbabuena. Necesita un poco más de agua y, especialmente, algo de amor. Vemos que ha perdido muchas hojas. Vamos a cuidarla, a regarla y a cantarle una canción. Las plantas, como las personas, también necesitan ternura" - dijo Sonia, riendo.

Sofía se tomó un momento para acariciar la planta con sus pequeñas manos. Luego, entonó una canción dulce que su abuela le solía cantar. Sorprendentemente, un par de hojas verdes comenzaron a asomarse entre las secas, como si la planta respondiera a la canción.

"¡Mirá, abuelita! ¡Está desperezándose!" - gritó Sofía con alegría.

"Así es, querida. Cada hoja es un símbolo de amor. Verás que con el tiempo la hierbabuena estará llena de vida otra vez" – dijo la abuela con orgullo.

La tarde terminó con una gran sonrisa en el rostro de Sofía. Juntas, lograron contar las hojas y dar un nuevo comienzo a la hierbabuena. Sofía no solo aprendió a cuidar plantas, sino a ver y escuchar las historias que cada una tenía para contar.

"¡Gracias por enseñarme sobre las hojas, abuelita! Ahora tengo un secreto especial con cada planta" - confesó Sofía con una sonrisa brillante.

"Siempre recordá, mi amor, que las plantas nos enseñan a cuidar lo que amamos. Y el amor transforma todo" - concluyó la abuela.

Así, Sofía y su abuela continuaron su jornada en el huerto de las hojas mágicas, creando recuerdos y viviendo aventuras que trascienden el tiempo. Desde aquel día, cada hoja contada se convirtió en un nuevo capítulo de su historia compartida.

FIN.

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