Las Princesas y el Gran Concurso de Talentos



Érase una vez en un reino donde las princesas de los cuentos clásicos decidieron que era hora de demostrar que no solo podían esperar a ser rescatadas, sino que también tenían talentos únicos. Así fue como organizaron el Gran Concurso de Talentos del Reino.

Cenicienta llegó primero y, al ver que las demás princesas también estaban entrenando, se puso a practicar su canto con un ratón que la ayudaba:

"¡Ay, Gus Gus! ¡Hoy cantaré como nunca para impresionar al príncipe!"

"¡Sí, Cenicienta! Pero no olvides que no solo debes cantar, ¡también debes bailar!"

Mientras tanto, Bella estaba enfocada en su gran truco: hacer que todos los muebles de su castillo bailen al ritmo de su música. Interrumpiendo a Lumière, que estaba tratando de iluminar el lugar:

"¡Lumière! Necesito más luz para mi actuación. ¡Haz que esos sillones brillen!"

"¡Ooh là là! ¡Enseguida, mi dama! Los muebles nunca habían tenido tanto brillo."

Luego llegó Rapunzel, que pensaba que su cabello largo podía hacer maravillas. Ella se miraba en el espejo, ensayando sus trucos de acrobacia:

"Mis trenzas serán la mejor cuerda de trapecio del concurso. ¡Verán que puedo hacer piruetas desde las alturas!"

"Pero, Rapunzel, ¿no te parece un poco arriesgado?"

"¡Pfff! Solo es un —"desliz"  más. Confía en mí."

Finalmente, se unió a ellas la princesa Ariel, que traía su propia peculiaridad. Ella trataba de aprender a tocar el acordeón con una mano, mientras que con la otra hacía burbujas de agua:

"¡Oigan! ¿Qué tal si mi actuación tiene canciones de mar? ¡Sería muy original!"

"¿¡Con burbujas! ? ¡Eso es el ruido de los peces, Ariel!"

"¡Exacto! ¡Puedo interpretar a un pez cantando en el mar!"

El día del concurso llegó, y las princesas estaban más nerviosas que en una batalla contra la bruja malvada. Todos los animales del bosque se habían juntado para ser el jurado, y el patio del castillo estaba repleto de risas y espectantes miradas.

Cenicienta fue la primera en presentarse. Con una voz dulce, empezó a cantar, pero en medio de su interpretación, uno de los ratones se distrajo y causó un revuelo. En lugar de verse interrumpida, Cenicienta improvisó e hizo que el canto sonara aún más divertido:

"Y aquí estoy yo, en mi baile con un ratón, ¡Nunca lo imaginé, qué gran diversión!"

El público estalló en risas y aplausos. La siguiente en salir fue Bella, que no se rindió a pesar de que varios sillones decidieron no moverse correctamente.

"¡Vamos, muebles! ¡No se pongan todos rígidos! ¡A bailar como si estuvieran en una fiesta!"

Los muebles comenzaron a moverse de forma torpe, lo que provocó que todos rieran aún más. Bella terminó con un gran giro en el que casi pierde el equilibrio, pero se sostuvo gracias a que Lumière iluminó su caída.

"¡Brillante! Eso fue pura magia, querida Bella!"

Luego, fue el turno de Rapunzel, que decidió bajarse del trapecio para mostrar su agilidad en suelo firme. Hizo piruetas, pero el final fue un poco desastroso y acabó enredada en su propio cabello:

"¡Esto no era parte del plan!"

"¡El plan original era un gran espectáculo!"

A pesar de eso, el público aplaudió con fuerza, esperando lo mejor de la última presentación, Ariel. Al tocar el acordeón, y mientras las burbujas volaban por los aires, un pez que había llegado al concurso le hizo un desagradable "¡plash!" que la sorprendió. Sin embargo, Ariel se divirtió con la situación y decidió hacer de esa caída un truco:

"¡Los peces también saben bailar! ¡Y a la vez salpicar!"

Cuando las cuatro princesas terminaron, se miraron entre sí, riendo a carcajadas por sus fracasos y aciertos. En lugar de pelear por quién había hecho la mejor actuación, decidieron que todas habían ganado, y que la verdadera victoria estaba en la diversión y la amistad que habían disfrutado juntas.

"Nunca pensé que me reiría tanto haciendo algo de lo que se espera, como cantar o bailar!"

"¡Sí! Ahora tenemos un gran espectáculo de talentos… ¡juntas!"

Y así, las princesas formaron un nuevo grupo de talentos que recorrió todos los reinos, mostrando que la verdadera magia se encuentra en disfrutar de lo que uno es y compartir risas con amigos. Desde entonces, en lugar de esperar a que un príncipe las rescatara, decidieron rescatarse entre ellas a través de la risa y alegría.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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