Las Tres Pruebas de Emmanuel



Había una vez, en un pueblito lleno de música, un chico llamado Emmanuel que soñaba con ser el mejor guitarrista del mundo. Desde muy pequeño, pasaba horas tocando su guitarra vieja, que le había regalado su abuelo, un talentoso músico también. Pero Emmanuel sabía que para alcanzar su sueño debía enfrentar tres importantes pruebas.

Un día, mientras practicaba en el parque, escuchó una melodía impresionante que lo hizo detenerse. Era su amiga Clara, una chica que tocaba el violín.

"¡Wow Clara! ¿Esa música es tuya?" - le preguntó Emmanuel, entusiasmado.

"Sí, estoy ensayando para el festival de la ciudad. ¿Por qué no te unes?" - le respondió ella.

Emmanuel dudó.

"No sé si sea lo suficientemente bueno..." - confesó.

Clara le sonrió y dijo:

"Si no pruebas, nunca lo sabrás. Además, ¡todas las grandes historias comienzan con un paso!"

Decidido a no dejar que sus dudas lo frenen, Emmanuel fue a casa y se preparó para la primera prueba: **el concierto comunitario**. Tenía que tocar frente a un montón de gente, y aunque se sentía nervioso, sabía que debía hacerlo.

El día llegó y, con su guitarra en mano, subió al escenario.

"¡Hola a todos! Soy Emmanuel y voy a tocar una canción que compuse" - gritó, tratando de sonar más seguro. La gente comenzó a aplaudir, y aunque al principio le temblaban los dedos, poco a poco su miedo desapareció. Cuando terminó, la multitud estalló en aplausos.

"¡Bien hecho, Emmanuel!" - gritó Clara desde la primera fila.

Ahora todo estaba inundado de energía, y Emmanuel se sintió verdaderamente feliz. Con el apoyo de sus amigos, había superado la primera prueba. ¡Estaba un paso más cerca de su sueño!

Sin embargo, su segunda prueba sería aún más difícil: **el concurso de talentos del colegio**. Sabía que muchos chicos en su escuela tocaban muy bien.

El día del concurso, Emmanuel estaba muy ansioso.

"¿Y si no les gusta mi música?" - pensó. Pero recordando las palabras de Clara, decidió ser valiente. Al llegar a su turno, tomó una profunda respiración y comenzó a tocar. Pero justo cuando se sentía más confiado, un pequeño error con una cuerda lo hizo tropezar. Sintió la mirada de todos en él, y quería rendirse.

"No, Emmanuel, si renuncias ahora, nunca sabrás lo que puedes lograr" - se susurró a sí mismo. Superando su miedo, siguió tocando y terminó con una gran sonrisa.

"¡Esa es la actitud!" - gritó Clara, levantando los brazos.

Todos aplaudieron. Emmanuel no ganó el concurso, pero salió de allí con el corazón lleno de alegría porque había aprendido que a veces, los errores son solo una parte del camino.

Finalmente, quedaba la última prueba: **un duelo de guitarras** en el festival de la ciudad, donde sólo los mejores músicos podían participar. Emmanuel sabía que debía dar lo mejor de sí, pero estaba nervioso.

El día del duelo pasó cerca del lago, donde las olas parecían bailar al ritmo de las guitarras. Al llegar, vio que había competidores impresionantes. Emmanuel sintió un escalofrío.

"¿Estás listo para esto?" - le preguntó Clara.

"Creo que no puedo..." - respondió inseguro.

"Recuerda cómo enfrentaste los otros retos. Estás preparado, Emmanuel. No te olvides de tu pasión por la música" - le alentó Clara, sonriendo.

Finalmente, le llegó el momento de competir. Subió al escenario y tocó una canción que había compuesto especialmente para este evento. Su guitarra sonaba como un canto mágico, y la multitud comenzó a vibrar con cada nota. Al terminar, el aplauso fue ensordecedor. Emmanuel se sintió una estrella.

Mientras los jueces deliberaban, la gente coreaba su nombre. Y aunque no ganó el primer lugar, sí se llevó el premio a la **“Mejor Actitud”**. Emmanuel comprendió que los sueños no siempre se cumplen de la manera que uno espera, pero el amor por lo que uno hace vale más que cualquier trofeo.

"Lo lograste, Emmanuel. ¡Estoy tan orgullosa de ti!" - le dijo Clara al abrazarlo.

"Gracias, Clara. Cada prueba me enseñó algo valioso: que lo más importante es disfrutar el camino y no rendirse nunca" - respondió Emmanuel, sonriendo.

Desde aquel día, continuó tocando su guitarra con más pasión que nunca, sabiendo que ser el mejor no significaba ganar, sino amar lo que hacía y nunca dejar de aprender. Y así, Emmanuel siguió creciendo como artista, rodeado de amigos y música, inspirando a otros en su pueblo a seguir sus sueños.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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