Leovana y sus Aventuras en la Costa del Ecuador



Era un cálido día de verano cuando Leovana y su familia decidieron irse de vacaciones a la maravillosa costa del Ecuador. La niña, de diez años, estaba tan emocionada que apenas podía contener su energía. A su lado, su papá conducía mientras su mami estaba en el asiento del pasajero, organizando las cosas para el viaje.

"¿Sabías que Ecuador tiene una impresionante cordillera costera?" preguntó su papá mirando por la ventana.

"No, papá, contame más sobre eso!"

"Esa cordillera corre paralela al océano y es lo que da forma al perfil costanero del país. Tiene paisajes maravillosos, llenos de montañas y playas hermosas”, explicó.

Leovana miró el mapa que tenía en sus manos y no podía esperar para ver esas montañas. Finalmente, llegaron a una pequeña bahía rodeada de palmeras y con un mar de un azul profundo.

"¡Mirá, hay un golfo!" exclamó Leovana mientras bajaba del auto y corría hacia el agua.

"Es el Golfo de Guayaquil, uno de los más grandes del país, lleno de vida y oportunidades para explorar”, comentó su mamá mientras se unía a su hija.

El primer día lo dedicaron a conocer la playa, jugando con las olas y recolectando conchitas. Al caer la tarde, decidieron hacer una caminata por el sector, donde Leovana vio varias aves volando en el cielo.

"¡Qué belleza!" dijo maravillada.

"Esa es una de las cuencas hidrográficas que desagua en el océano. La vegetación es parte del ciclo de la vida en este ecosistema”, explicó su papá con una sonrisa.

El viaje continuó con días de aventuras. Navegaron por la costa en un pequeño barco, donde Leovana aprendió sobre la fauna marina. Un día avistaron delfines saltando cerca y otro día, encontraron tortugas marinas nadando.

"¡Son tan graciosas!" rió Leovana mientras trataba de atraparlas con la mirada.

Después de varios días de playa, un giro inesperado sucedió. La familia decidió visitar un pequeño pueblo. Al llegar, descubrieron que estaban en medio de una celebración local.

"¡Wow! ¡Hay música y danzas!" gritó Leovana mientras se acercaba al bullicio.

"Podríamos quedarnos a disfrutar un rato, sería una buena manera de conocer la cultura local", propuso su mamá.

Bailaron, probaron comidas típicas y Leovana hizo nuevos amigos. Sin embargo, cuando el sol empezó a ponerse, notaron que se les había hecho tarde.

"¡Tenemos que regresar antes de que anochezca!" dijo su papá.

"¡Espera!" gritó Leovana, "quiero llevarme algo de este lugar especial".

Entonces, decidió recoger algunas conchas que encontraron en la playa y le pidió a sus nuevos amigos que se las firmaran como recuerdo. A todos les encantó la idea y corearon su nombre mientras escribían mensajes en las conchas.

Cuando llegaron a su lugar de alojamiento, Leovana se sentó en la terraza mirando hacia el mar.

"Gracias, papá y mamá, ¡este viaje fue increíble! He aprendido tanto sobre la naturaleza y la cultura de Ecuador!"

"Nos alegra mucho, Leovana. Cada viaje es una aventura y lo que has aprendido en la costa será un lindo recuerdo para siempre", respondió su papá.

De pronto, un grupo de delfines apareció en la distancia saltando al ritmo del frescor de la brisa marina.

"Los delfines también están despidiéndose de nosotros," comentó su mamá con una sonrisa.

"Prometo volver para seguir explorando y aprendiendo sobre este hermoso lugar", dijo Leovana llenándose de emoción.

Y así, la familia de Leovana decidió que este sería solo el primero de muchos viajes juntos. La costa del Ecuador les había dejado recuerdos en el corazón, enseñanzas sobre la naturaleza y amigos que prometió visitar en el futuro.

Así terminó su aventura en el mar, pero el amor por la exploración apenas había comenzado.

FIN.

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