Lila y el sombrero brillante



Era una soleada mañana en el pequeño pueblo de Flor del Cielo. Todos los niños estaban felices corriendo por las calles, pero Lila, una niña curiosa y aventurera, soñaba con algo más. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró un hermoso sombrero brillante. Era de color dorado y parecía brillar con luz propia.

"¡Wow, qué hermoso sombrero!" - exclamó Lila, subiendo rápidamente el sombrero a su cabeza.

De pronto, el sombrero comenzó a brillar más intensamente y Lila sintió un cosquilleo en sus pies. Un segundo después, se encontró volando por los cielos de Flor del Cielo, con el viento despeinándole el pelo. Abajo, los niños la miraban asombrados.

"¡Mirá, Lila está volando!" - gritó su amigo Tomi, con los ojos abiertos como platos.

Lila sonrió y decidió volar un poco más alto. Mientras surcaba las nubes, vio un entorno que nunca había imaginado. Había un mundo lleno de colores vibrantes, árboles de caramelos y ríos de chocolate. Pronto, Lila se dio cuenta de que no estaba sola; había otros niños que volaban a su alrededor, todos con sombreros brillantes iguales.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Lila, emocionada.

"¡Somos los Soñadores!" - contestó una niña con una trenza azul. "Venimos de lugares lejanos, donde todo es posible y los sueños se hacen realidad."

Lila estaba encantada. Juntos volaron alto, explorando diferentes mundos. Sin embargo, después de un rato, Lila se dio cuenta de que había algo extraño en esos mundos.

"¿Por qué no vemos a otros niños que no llevan sombreros?" - preguntó Lila.

"Porque solo los Soñadores pueden volar. Aquí todo es perfecto, pero a veces olvidamos lo que sucede en el mundo real" - respondió el niño de la trenza azul, con un tono de tristeza.

Lila frunció el ceño. "¡Eso no puede ser! Los sueños son importantes, pero también lo es la realidad. Necesitamos compartir esto con todos los demás." - exclamó. Y entonces, tuvo una idea brillante. "¿Y si enseñamos a los niños a soñar en el mundo real?" - propuso.

Los demás niños se miraron entre sí, considerando la propuesta.

"Tienes razón, Lila. Podemos hacer que los sueños sean parte de sus vidas, sin importar el sombrero" - dijo la niña de la trenza.

Entonces, Lila volvió a usar su sombrero brillante y, con ayuda de sus nuevos amigos, volaron hacia su pueblo. Cuando llegaron, los niños de Flor del Cielo miraban con maravilla, pero Lila pronto se dio cuenta de que había algo más que enseñarles.

"¡Amigos!" - gritó. "Hoy les traemos un regalo: la magia de los sueños. Podemos volar a donde queramos si nos lo proponemos."

Los niños se quedaron boquiabiertos.

"¿De verdad?" - preguntó Tomi, ansioso.

"Sí, ¡solo hay que imaginarlo!" - respondió Lila con energía.

Y así, los niños comenzaron a cerrar los ojos. Imaginaban volar por diferentes mundos, arriba de la lluvia de estrellas, hasta que, de repente, Lila comenzó a ver destellos de luz alrededor de ellos. Estaban llenos de hechos coloridos que brotaban de sus sueños. Volaron juntos, riendo y gritando, llenos de felicidad.

"Podemos soñar juntos, ¡esto es increíble!" - exclamó Lila.

Al finalizar el día, todos estaban cansados pero radiantes. Lila supo que había hecho algo especial. Había compartido la magia del sombrero brillante, pero, sobre todo, había demostrado a sus amigos que no necesitaban un sombrero para soñar. Lila sonrió, contenta, y se prometió a sí misma que siempre seguiría explorando y ayudando a otros a encontrar su propio brillo.

Y así, desde ese día, Lila y sus amigos no solo exploraban el mundo de los sueños, sino que también lo compartían con todos los que deseaban unirse a la aventura. Y el sombrero, aunque seguía brillante, quedó guardado en el desván de su abuela, como símbolo de que los sueños están en todos, solo hay que creer en ellos.

FIN.

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