Los Hermanos Altos y Bajitos



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde el cielo siempre se pintaba de colores brillantes, vivían dos hermanos: Leo, el hermano mayor, que era alto como un árbol, y Timo, el más bajito, que siempre tenía una sonrisa lista para compartir. A pesar de sus diferencias de altura, ambos eran inseparables y tenían una gran aventura por delante.

Un día, mientras caminaban por el bosque, Leo dijo: "Timo, ¿viste esa montaña gigante en la distancia? ¡Quiero escalarla!"

"¡Sí, Leo! Pero es muy alta y yo soy muy bajito para ese tipo de cosas", respondió Timo con un gesto preocupado.

"No te preocupes por tu altura. ¡Juntos podemos lograrlo! Además, yo puedo alcanzarte si necesitas ayuda", le contestó Leo con entusiasmo.

Ambos hermanos empacaron sus mochilas con provisiones y se pusieron en marcha. A medida que se acercaban a la montaña, sintieron la emoción en el aire. Leo, debido a su altura, podía ver el camino claro, pero de repente, se encontraron con un gran barranco. Leo miró hacia abajo y frunció el ceño.

"¡Es demasiado peligroso! No puedo cruzar esto... ¿Qué vamos a hacer?"

"No te preocupes, hermano, tengo una idea", dijo Timo con confianza. Se agachó y buscó algunas ramas y piedras.

"Mirá, si hacemos un pequeño puente con esto, podremos cruzar juntos", sugirió Timo.

Leo, asombrado, sonrió y ayudó a su hermano a construir el puente. Juntos, cruzaron el barranco saltando y riendo.

Luego de eso, continuaron avanzando y llegaron a un árbol inmenso que bloqueaba su camino. Era tan alto que Leo no podía ver lo que había más allá.

"Sólo tú puedes trepar, Leo. ¿Qué hacemos?" - preguntó Timo con duda.

"Podés subirme en tus hombros y yo veo lo que hay del otro lado", le propuso Leo.

Timo, emocionado, se puso de puntitas y Leo se agachó un poco. Así, Timo se subió a sus hombros y vio un hermoso valle lleno de flores y un manantial cristalino.

"¡Es impresionante! Hay un lugar hermoso ahí!", exclama Timo.

"Vamos, entonces!" - dijo Leo, impaciente por seguir explorando.

Cuando llegaron al valle, descubrieron que estaba lleno de mariposas de todos los colores. "¡Mirá, Leo! ¡Es un mágico jardín de mariposas!" - gritó Timo lleno de alegría.

"Claro, ¡y son más felices porque estamos aquí!", respondió Leo.

Pero, de repente, vieron que una mariposa dorada estaba atrapada en una tela de araña.

"¡Pobrecita! Tenemos que ayudarla!" - dijo Timo.

"Pero... no sé si puedo alcanzarla desde aquí..." - replicó Leo, sintiéndose inseguro.

"No te preocupes, ¡yo sé lo que hay que hacer!"

Timo rápidamente ideó un plan. Se agachó para recoger una ramita del suelo y, con mucho cuidado, se acercó a la telaraña. Con paciencia, utilizó la ramita para liberar a la mariposa dorada, que, al verse libre, voló en círculos de alegría alrededor de los hermanos.

"¡Lo hiciste, Timo! ¡Eres un héroe!"

El hermano alto lo abrazó con fuerza.

"¡No podría haberlo hecho sin tu apoyo, hermano! ¡Siempre podemos ayudarnos" - respondió Timo, sintiéndose realizado.

Al caer la tarde, comenzaban a regresar a casa y Leo se dio cuenta de que, aunque era más alto, Timo siempre encontraba formas creativas de resolver los problemas, y que ambos juntos eran un gran equipo.

"A veces, lo que importa no es la altura, sino la creatividad y el trabajo en equipo," dijo Leo.

"Sí, y siempre podemos contar uno con el otro, sin importar lo que pase", finalizó Timo.

Así, los hermanos regresaron a casa con el corazón lleno de alegría y nuevas lecciones aprendidas. Desde aquel día, se prometieron nunca dejar que sus diferencias de altura se interpusieran en su relación, y siempre buscando aventuras juntos en el bosque de Arcoíris, donde cada día era una nueva oportunidad para aprender, ayudar y crecer juntos.

FIN.

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