Los Muñecos Quitapesares



Había una vez un niño llamado Lucas, que era un poco más miedoso que los demás niños de su jardín de infantes. Cada vez que se acercaba a un perro que ladraba, o cuando tenía que hablar en público, sentía que su corazón se ponía a mil. Una tarde, mientras estaba en casa de su abuela en un soleado día de primavera, no pudo evitar compartir su preocupación.

"Abuela, tengo miedo de jugar con los otros chicos porque a veces se asustan de mí, y no sé qué hacer cuando un perro se me acerca."

La abuela sonrió con ternura y lo abrazó con suavidad.

"¿Sabés, Lucas? Hay unos seres mágicos que pueden ayudarte con esos miedos. Se llaman los Muñecos Quitapesares. ¿Querés que te cuente su historia?"

Los ojos de Lucas brillaron de curiosidad.

"¡Sí, por favor!"

La abuela se acomodó en el sillón y empezó su relato.

"En un pequeño pueblo, vivía un grupo de muñecos que tenían una misión muy especial. Ellos eran los encargados de quitar todos los pesares y miedos de los niños. Cada muñeco tenía un color y personalidad diferente. Estaba el muñeco de color naranja, llamado Leo, que tenía un ladrido muy amistoso y hacía reír a los niños. Luego, estaba Matilda, la muñeca rosa, que siempre cantaba y hacía que todos se sintieran felices. Y después estaba Julián, el muñeco azul, que era muy valiente y le encantaba las aventuras.

- Un día, un niño llamado Tomi llegó al pueblo. Era un niño que tenía miedo de todo: de los perros, de las tormentas y hasta de los sapos. Al ver su tristeza, los Muñecos Quitapesares decidieron unir fuerzas para ayudarlo.

Así, Leo se acercó a Tomi cuando escuchó que un perro ladraba.

"Hola, Tomi, soy Leo. No tengas miedo. ¿Ves a ese perro? Es solo un amigo que quiere jugar. Mirá cómo mueve la cola, eso significa que está feliz. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

Tomi se sintió un poco más seguro, así que decidió dar un paso adelante. Pero al ver al perro correr hacia él, se paralizó. Entonces Matilda saltó al frente.

"¡Cantemos una canción, Tomi! Cuando estamos felices, nuestros miedos se vuelven pequeños. Siii, ven, cántame, no tengas miedo!"

Tomi comenzó a cantar con Matilda y, para su sorpresa, el perro se detuvo y empezó a mover la cola aún más rápido. De hecho, se acercó a ellos y comenzó a ladrar de alegría.

"¡Ves! No pasa nada. Ellos solo quieren jugar. Te prometo que no muerden. Se merecen una oportunidad," dijo Julián, que se había acercado.

Poco a poco, Tomi se dio cuenta de que sus miedos eran más pequeños cuando estaba acompañado de sus nuevos amigos. Se rió y se unió a la diversión.

Luego, un día de tormenta, el pueblo se llenó de truenos y relámpagos. Tomi se asustó y sintió que quería esconderse. Pero ahí estaba Julián, preparado para la aventura.

"¿Conocés la historia de las lluvias que traen alegría? Los truenos son solo el sonido de las nubes jugando, y a cada rayo le gusta acompañar a los girasoles que crecen. Vamos a bailar bajo la lluvia, Tomi!"

Y así, Tomi y Julián disfrutaron del agua fresca, sintiéndose como verdaderos valientes.

Desde ese día, Tomi nunca volvió a sentirse solo ni miedoso; estaba rodeado de sus amigos, los Muñecos Quitapesares, que siempre le recordaban que los miedos son más pequeños si los enfrentamos juntos. El pueblo comenzó a notar cómo su confianza crecía y cómo se unía en nuevas aventuras.

"Cuando sientes miedo, solo tenés que buscar la ayuda de tus amigos y recordar que todos sentimos cosas diferentes. No hay nada de malo en sentirse así; lo importante es no dejar que eso nos pare. Y que siempre habrá muñecos que están listos para acompañarnos", terminó la abuela con una sonrisa.

Lucas la miró con una mezcla de asombro y alivio.

"Creo que quiero conocer a los Muñecos Quitapesares", dijo con una sonrisa.

"Siempre que quieras, solo tenés que pedirles ayuda. Pero recordá, pequeño, que el verdadero poder para dejar los miedos está dentro de vos. ¡Sos más valiente de lo que pensás!"

Desde ese día, Lucas empezó a enfrentarse a sus miedos, porque sabía que los Muñecos Quitapesares siempre estarían ahí para apoyarlo, y que él también podía ser valiente en su vida cotidiana. La abuela lo abrazó nuevamente, y juntos se llenaron de magia y valentía.

FIN.

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