Los Niños sin Atención y el Misterioso Lugar



Había una vez un grupo de niños en un vecindario alegre y bullicioso. Eran conocidos como los "Niños sin Atención" porque nunca prestaban atención a las reglas ni a lo que les decía la gente. Se olvidaban de guardar sus juguetes, no escuchaban a sus maestros y, a veces, hasta se olvidaban de irse a casa después de jugar todo el día.

Un día, mientras curioseaban por el barrio, encontraron un cartel luminoso que decía: "¡Solo los superhéroes pueden pasar por este lugar!". La curiosidad les dio un vuelco al corazón.

"¿Superhéroes? ¡Eso suena emocionante!" - exclamó Lucho, el más inquieto del grupo.

"Sí, ¡vamos a entrar!" - dijo Sofía, que siempre buscaba aventuras.

Los niños corrieron hacia la entrada, un arco de luces brillantes que parecía sacado de una película. Pero al intentar pasar, una finísima pero firme barrera les detuvo. Un guardia, con una capa de colores, se les acercó.

"¡Alto!" - gritó el guardia.

"¿Qué les hace pensar que son superhéroes?"

"Porque queremos serlo" - respondió Otis, mirando hacia el suelo porque se sentía un poco avergonzado.

"No es suficiente. Para ser un superhéroe, deben aprender a escuchar y seguir algunas reglas" - dijo el guardia, sonriendo.

Los niños se miraron entre sí, confundidos. Habían pasado tanto tiempo ignorando reglas que nunca se habían preguntado si había uno o más para poder ser superhéroes.

"¿Qué reglas?" - preguntó Sofía.

"Primero, deben mostrar respeto por los demás y por sí mismos. Segundo, deben trabajar en equipo. Y por último, deben aprender a escuchar" - explicó el guardia.

Los niños, intrigados, se sentaron en el suelo a pensar. Lucho fue el primero en hablar.

"Creo que nunca prestamos atención a lo que nos enseñan en la escuela. ¿Y si comenzamos a cambiar eso?"

"Sí, ¡haremos un plan!" - dijo Otis, emocionado.

Así que los Niños sin Atención decidieron probar. Comenzaron a poner en práctica cada regla.

El primer día, en lugar de ignorar a su maestra, le prestaron atención y aprendieron sobre el espacio y las estrellas. Al siguiente, decidieron que jugarían en equipo y se ayudaron mutuamente en un juego de deportes sin pelear. Finalmente, el tercer día, escucharon a sus padres al ir a casa y ayudaron a poner la mesa sin que se los pidieran.

Cuando regresaron al mágico lugar del cartel, ya sentían que había algo diferente en ellos. Al acercarse nuevamente al arco de luces, el guardia los miró y sonrió.

"¿Están listos para ser superhéroes?"

"¡Sí!" - gritaron todos a coro, llenos de energía.

"Entonces, pasen" - dijo el guardia, abriendo el camino con un gesto.

Los niños cruzaron la entrada y, para su sorpresa, el lugar era un fantástico parque de diversiones lleno de juegos y atracciones. Pero no solo eso, era un lugar donde todos los niños ayudaban, se cuidaban entre sí y tenían reglas que hacían de aquel espacio un lugar especial.

"¡Es increíble!" - exclamó Sofía.

Cada uno de ellos tomó roles importantes en el parque: Lucho fue el protector de las atracciones, Sofía se encargó de que todos jugaran juntos y Otis formó un grupo de limpieza. Aprendieron que ser superhéroes no solo era tener superpoderes, sino también ser responsables y cuidar a los demás. Rieron, jugaron, y disfrutaron del tiempo que pasaron allí.

Finalmente, el guardia los observó desde la entrada y se acercó a ellos.

"No importa lo que pensaron antes, ahora son verdaderos superhéroes. Recuerden siempre prestar atención a los demás y a las reglas. Así, su superpoder será el respeto" - les dijo con orgullo.

Los niños sonrieron, sintiéndose felices y realizados. Desde ese día, decidieron no solo ser atentos unos con otros, sino también seguir aprendiendo y siendo buenos amigos. Regresaron a casa con un compromiso: no ser más los Niños sin Atención, sino un ejemplo de lo que significa ser un verdadero superhéroe.

Y así, el vecindario fue un lugar mucho más bueno y alegre, gracias a unos pequeños que aprendieron a escuchar y a cuidar de los demás.

FIN.

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