Lucas y el Laberinto Mágico



Era un día soleado en el bosque de La Aventura, donde los niños del pueblo solían ir a jugar y explorar. Lucas, un niño curioso y valiente, decidió aventurarse un poco más lejos de lo habitual. Mientras caminaba, se encontró con un laberinto hecho de altos setos verdes.

"¡Mirá qué interesante!" - exclamó Lucas mientras se acercaba al laberinto. "Voy a entrar y ver qué hay adentro."

Sin pensarlo dos veces, Lucas se adentró en el laberinto. Al principio, los caminos eran simples y el sol iluminaba el sendero, pero de repente, se dio cuenta que los caminos se hacían más enredados, y pronto se perdió.

"¿Mami?" - gritó Lucas, pero solo el eco de su propia voz le respondió. "No estoy asustado, solo estoy explorando."

Así, mientras intentaba encontrar la salida, se topó con un grupo de pequeños animales que parecían estar en una conversación.

"¡Hola!" - saludó una ardilla. "¿Estás perdido?"

"Sí, un poco..." - respondió Lucas, sintiéndose algo incómodo. "¿Ustedes saben cómo salir de aquí?"

"Tal vez. Pero primero, necesitamos resolver un acertijo. Cada camino tiene su enigma", dijo un búho anciano que permanecía en una rama. "Si lográs resolverlo, te llevaremos a la salida."

Lucas asintió con determinación.

"¿Cuál es el acertijo?" - preguntó.

"Escuchá bien: 'Soy ligero como una pluma, pero ni el hombre más fuerte puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?'"

"¡Es el aliento!" - exclamó Lucas, recordando las lecciones de la escuela.

"¡Correcto!" - aplaudió la ardilla. "Ahora podemos ayudarte a salir."

Mientras seguían los caminos del laberinto, Lucas se dio cuenta de que los animales también se perdían a veces.

"¿Ustedes no tienen miedo de quedar atrapados aquí?" - preguntó.

"A veces, sí, pero lo importante es no rendirse y seguir buscando. Cada uno busca su camino, como cada uno tiene su sueño" - explicó el búho con sabiduría.

"¡Eso es!" - dijo Lucas, entusiasmado, "Nunca debemos rendirnos, siempre hay una salida."

Finalmente, llegaron a un cruce de caminos.

"Debemos elegir uno. A la derecha, o a la izquierda. ¿Cuál elegimos?" - preguntó la ardilla.

"Voy a elegir la izquierda, siento que es la correcta" - decidió Lucas.

"Entonces vamos juntos!" - dijo el búho, y los animales lo siguieron.

Al poco tiempo, el laberinto comenzó a despejarse, y al fin, Lucas vio la salida iluminada por el sol.

"¡Lo logré! Gracias, amigos."

Los animales lo rodearon, alegres por haber ayudado a Lucas.

"Recordá, siempre que te sientas perdido en un laberinto, no te desesperes. Observá, pregunta y nunca te olvides de tus sueños."

Con una sonrisa, Lucas salió del laberinto y se despidió de sus nuevos amigos.

"¡Hasta pronto! Gracias por todo!"

Desde ese día, Lucas nunca olvidó lo que había aprendido en el laberinto mágico: a no rendirse y seguir adelante, siempre buscando su camino y aprendiendo de las experiencias de los demás. Y así, cada vez que entraba a un nuevo laberinto, ya sea físico o de la vida, recordaba que siempre hay una salida, solo hay que ser valiente y seguir adelante.

FIN.

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