Luisa Las Rosas en Encantadas



En un pequeño pueblo de ensueño llamado Encantadas, donde las flores siempre están en su máximo esplendor y los árboles parecen susurrar secretos a quienes los escuchan, vivía una niña llamada Luisa. Luisa era conocida por una característica especial: ella podía hablar con las plantas y flores. Todo el mundo en el pueblo la llamaba Luisa Las Rosas porque siempre llevaba una hermosa rosa en su cabello.

Un día, mientras Luisa paseaba por el jardín de su abuela, escuchó un suave murmullo proveniente de un rosal. Se acercó y pudo ver que una rosa de color dorado brillaba más que las demás.

"Hola, pequeña rosa dorada, ¿cómo te sientes hoy?" - le preguntó Luisa con una sonrisa.

"Hola, Luisa. Estoy un poco triste. He perdido mi brillo porque las mariposas han dejado de venir a visitarme. Nadie sabe dónde han ido." - respondió la rosa con un susurro.

Luisa sintió un nudo en el estómago. Sabía cuánto amaban las mariposas a las flores y viceversa. Sin pensar, decidió ayudar a la rosa dorada.

"¡No te preocupes! ¡Voy a encontrarlas!" - afirmó Luisa, decidida.

Luisa partió en su aventura, y mientras caminaba, notó que el bosque estaba más silencioso de lo habitual. Al llegar al lago cristalino, se encontró con Benny, un pequeño sapo.

"Hola, Benny. ¿Has visto a las mariposas?" - preguntó Luisa.

"¡Sí! Se han refugiado en la montaña de las nubes porque tienen miedo de una sombra oscura que ronda por el bosque!" - respondió Benny con un guiño.

Luisa sabía que tenía que enfrentar esa sombra para ayudar a las mariposas. Así que se despidió de Benny y comenzó a subir la montaña. En el camino, se encontró con un grupo de hadas muy preocupadas.

"¿Qué les pasa, queridas hadas?" - inquirió Luisa.

"La sombra oscura ha robado los colores de nuestro mundo. Sin colores, no hay alegría. Pero nadie se atreve a acercarse a ella" - contestó una de las hadas con lágrimas en sus grandes ojos.

Luisa sintió que su corazón latía fuerte, pero la rosa dorada y las mariposas eran más importantes.

"Voy a hacerle frente a la sombra. Tal vez no soy la más fuerte, pero tengo amigos que me quieren ayudar" - expresó Luisa, su decisión firme.

Ascendiendo cada vez más, se encontró finalmente con la sombra oscura. Ésta se veía triste.

"¿Por qué robaste los colores?" - preguntó Luisa, temblando un poco.

"No quise hacerlo. Me siento sola y al ver cómo todos eran felices, creí que no podría ser parte de eso. Así que decidí robar su alegría para tenerla para mí sola" - confesó la sombra, con una voz apagada.

Luisa se acercó, consciente de que la sombra no era malvada, sólo estaba buscando pertenecer.

"Podemos ser amigos. La verdadera amistad no se basa en robar la alegría, sino en compartirla. ¡Te invito a conocer el pueblo de Encantadas!" - propuso Luisa, ofreciendo su mano.

La sombra miró a Luisa con sorprendido. Nadie nunca había mostrado tanta bondad hacia ella. Poco a poco, la sombra comenzó a aligerar su oscura apariencia, convirtiéndose en algo más como una nube esponjosa.

"¿De verdad podría?" - preguntó con una chispa de esperanza en su voz.

"Claro que sí. Mientras más colores cosas haya en el mundo, más alegría habrá. Ven, ¡te mostraré!" - exclamó Luisa.

Juntas, Luisa y la sombra empezaron a bajar la montaña, y en el camino comenzaron a ver cómo los colores regresaban al bosque. Las mariposas, atraídas por el fenómeno, empezaron a bailar a su alrededor. La rosa dorada brilla con más fuerza que nunca, y los árboles comenzaban a cantar nuevamente.

Cuando llegaron al pueblo, las flores y los habitantes comenzaron a celebrar el regreso de la alegría. Luisa se sintió muy feliz de haber ayudado a la sombra. Juntos, crearon un espacio donde las mariposas pudieran jugar y las flores pudieran florecer.

Desde ese día, Luisa Las Rosas se volvió una heroína en Encantadas, y la sombra se unió a ellos, dando lugar a un mundo lleno de colores, amistad y alegría compartida. La rosa dorada, ahora brillante y feliz, jamás volvió a dejar de sonreír.

Así, Luisa aprendió que a veces, nuestros miedos se pueden convertir en oportunidades para crear la verdadera conexión, y la bondad siempre puede iluminar incluso los lugares más oscuros.

FIN.

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