Lupita y sus Superpoderes



En un tranquilo barrio de Buenos Aires, vivía una perrita llamada Lupita. Pequeña pero llena de energía, siempre había sentido que estaba destinada a hacer cosas grandes. Más que una simple mascota, Lupita era la mejor amiga de varios chicos que, a veces, tenían dificultades para aprender en la escuela. Observaba cómo sus amigos se frustraban cuando no entendían las cosas del todo.

Un día, mientras paseaba por el parque, Lupita escuchó a un grupo de chicos conversar.

"Hoy, en clase de matemáticas, no entendí nada..." - dijo Tomás, bajando la cabeza.

"A mí me pasa lo mismo con la lectura, no puedo seguir el ritmo de los demás" - agregó Valentina, triste.

Lupita, al ver la tristeza en sus rostros, decidió que quería ayudarles de alguna manera. Su más grande deseo era tener superpoderes. Se imaginó volando y llevando a los niños por el aire mientras les enseñaba de una forma divertida. Así que, esa noche, mirando las estrellas, cerró los ojos y pidió con todas sus fuerzas:

"¡Quiero tener superpoderes para ayudar a mis amigos!"

A la mañana siguiente, algo extraño sucedió. Cuando Lupita se despertó, sintió que tenía energía extra. Corría más rápido que nunca y podía saltar más alto. Emocionada, salió corriendo al parque donde sabía que sus amigos estaban.

Cuando llegó, se encontró con Valentina y Tomás.

"¡Hola, amigos! Miren lo que puedo hacer ahora" - dijo Lupita, saltando de un lado a otro.

"¡Wow! ¿Por qué saltás tan alto, Lupita?" - preguntó Tomás, asombrado.

"No sé, pero creo que tengo superpoderes" - respondió Lupita, moviendo la cola con entusiasmo.

A partir de ese día, decidió mostrarles sus trucos en el parque, y los niños comenzaron a reírse y a divertirse mientras aprendían a sumar y restar jugando.

"Contemos las hojas de los árboles, como si fueran números, ¿quieres?" - propuso Lupita.

Con cada actividad, los chicos se sentían más cómodos. Sin embargo, un día, mientras estaban en el parque, un viento fuerte comenzó a soplar.

"¡Auxilio! ¡Se volaron mis apuntes!" - gritó Valentina, corriendo tras de ellos.

Lupita vio cómo el viento arrastraba las hojas de papel y decidió actuar. Corrió más rápido que nunca y, usando su nuevo poder, saltó alto para atrapar una de ellas en el aire.

"¡Aquí está uno! ¡Voy por el siguiente!" - ladró Lupita, mientras subía a un árbol.

Los niños la aplaudieron con entusiasmo.

"¡Sos increíble, Lupita!" - gritó Tomás.

Pero justo cuando pensaban que todo estaba bajo control, un grupo de gaviotas llegó volando. Sintiéndose amenazadas, comenzaron a picotear los apuntes que quedaban en el suelo.

"¡Oh no, eso no!" - exclamó Valentina.

"Necesitamos un plan rápido" - añadió Tomás, preocupado.

¡Lupita sabía que esta era una tarea para sus nuevos superpoderes! Decidió combinar habilidades con sus amigos. "¡Contemos hasta tres y yo saltaré hacia ellas!"

Los niños asintieron y contaron juntos.

"¡Uno, dos, tres!"

Lupita saltó alto de nuevo, aterrizando entre las gaviotas, haciendo que se volaran asustadas y dejando los apuntes intactos. Los niños comenzaron a aplaudir, completamente emocionados.

"¡Lo hiciste, Lupita! ¡Sos nuestra heroína!" - gritó Valentina.

Esa semana se convirtió en un verdadero festival de aprendizaje. Con la ayuda de Lupita, todos se divirtieron aprendiendo cosas nuevas. Los niños de la escuela empezaron a usar el parque como un lugar de encuentro para estudiar y jugar.

Sin embargo, un día, mientras estaban en el parque, un niño nuevo llegó. Se llamaba Lucas y estaba muy tímido. Cuando intentó acercarse, se puso muy nervioso.

"Yo... no sé jugar. No soy bueno para aprender" - dijo, con la voz apenas audible.

Lupita, con su corazón valiente, se acercó a él y dijo:

"¡Hola! ¡Soy Lupita! ¿Quieres jugar con nosotros? Aprender puede ser fácil y divertido. Yo te ayudo".

Lucas sonrió tímidamente y aceptó la invitación. Juntos, empezaron a contar las flores del parque, y él se dio cuenta de que las matemáticas no eran tan difíciles.

Desde ese día, Lucas se unió al grupo y pronto se convirtió en un gran amigo. Lupita había aprendido que, a veces, los superpoderes más grandes no son sólo habilidades especiales, sino el poder de la amistad y la inclusión.

Así, Lupita siguió usando sus superpoderes para ayudar a sus amigos, disfrutando cada día del aprendizaje y la diversión.

"¡Cada día es una nueva aventura para aprender juntos!" - repetía muy contenta.

Y así, la perrita valiente no solo ayudó a sus amigos, sino que siempre estará allí para recordarnos que todos podemos ayudar, de una manera u otra, a quienes más lo necesitan.

FIN.

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