Mi padre, un pescador de aquellos



Había una vez, en un pequeño pueblo costero llamado Mar del Sol, un niño llamado Lucas que soñaba con aventuras en el mar. Su padre, un pescador experimentado, pasaba horas en el agua, atrayendo a los peces con su caña de pescar y sus historias sobre las criaturas marinas. Desde que Lucas era muy chiquito, solía acompañarlo en sus travesías, maravillándose con cada ola y cada pez que atrapaban.

Un día, mientras pescaban en su bote, Lucas le preguntó a su padre:

"Papá, ¿qué hay más allá del horizonte? ¿Hay más peces?"

Su padre, con una sonrisa, respondió:

"Más allá del horizonte, hay un mundo lleno de sorpresas y maravillas, hijo. Pero hay que ser valiente para ir a buscarlo".

Intrigado por la respuesta de su padre, Lucas decidió que cuando creciera, sería un gran aventurero. Pero un verano, una tormenta inusitada azotó el mar, y su padre quedó atrapado con su bote durante horas. A pesar de los esfuerzos de los otros pescadores para ayudarlo, la tormenta fue poderosa y su padre no pudo regresar esa noche.

"¡Papá!"

gritaba Lucas, asustado, mirando al mar. La angustia llenó su corazón mientras esperaban noticias.

Al día siguiente, el sol brilló de nuevo, y el pueblo entero se unió para buscar a su padre. Lucas, decidido a no quedar sólo como un niño que espera, se armó de valor y dijo:

"No voy a quedarme aquí sentado. Yo voy a buscarlo".

Los pescadores se miraron unos a otros, impresionados por la determinación del chiquito.

"Es muy peligroso, Lucas" dijo uno de los hombres más grandes

"Pero tenemos que intentar ayudar" agregó una mujer de ojos tiernos.

Lucas, con su pequeño kayak, se aventuró mar adentro. Se acordó de las lecciones de su padre sobre cómo navegar y los peligros del mar.

"Si el padre de Lucas lo hace, yo también puedo" se decía a sí mismo.

Con cada remada, se sentía más fuerte y capaz.

Mientras navegaba, Lucas escuchó un aullido lejano. Era un delfín que parecía perdido.

"¡Hola, amigo!" le dijo Lucas.

"¿Estás buscando algo?"

El delfín lo miró curiosamente, y en un instante, Lucas se dio cuenta de que el delfín podría ayudarle.

"Sigue a mis aletas" dijo el delfín de manera juguetona.

Guiado por su nuevo amigo, Lucas navegó más allá de las olas turbulentas. Así, descubrieron un espacio entre las rocas donde se escondía un bote. Lucas reconoció la madera desgastada—era el bote de su padre.

"¡Papá!" gritó Lucas, a lo que el delfín saltó por encima de las olas, como ídem.

Dentro del bote, al lado de los dorados peces atrapados, estaba su padre.

"Lucas, querido, pensé que nunca volverías a encontrarme" dijo su padre con aliento entrecortado.

Todo se desarrolló en un momento lleno de alegría, Lucas no lo podía creer.

"¡El delfín me ayudó!" exclamó con entusiasmo.

El padre abrazó a su hijo y le dijo:

"Siempre recuerda que hasta en las tormentas hay un camino de regreso, solo hay que tener valor y ser amable con los amigos que nos rodean".

Mientras regresaban al pueblo, Lucas entendió que el amor y la valentía son los mejores tesoros del mar. Desde entonces, cada vez que paseaban, su padre le contaba historias sobre las maravillas ocultas, y Lucas soñaba con aventurarse más allá del horizonte, siempre con su padre a su lado y la promesa de nuevas historias por descubrir.

FIN.

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