Rati y su sueño lunar



En un pequeño y acogedor agujero de un granero, vivía un ratón llamado Rati. Rati era un ratón curioso y aventurero, siempre soñando con cosas lejanas. Una noche, mientras miraba al cielo estrellado, se quedó fascinado por la luna brillante.

"¡Quiero ir a la luna!" - exclamó Rati con entusiasmo, saltando de alegría.

Pero todos sus amigos, los otros ratones del granero, se rieron de él.

"¿Qué estás diciendo, Rati? Eso es imposible. ¡La luna está muy lejos!" - dijo Lila, la ratona más sabia del grupo.

"No hay nada imposible si uno se lo propone" - respondió Rati decidido.

Con el corazón lleno de determinación, Rati se puso a trabajar. Empezó a recolectar pequeños materiales que encontraba en el granero: papel, hilo, una tapa de una caja vieja y algunos hilos de lana. Se pasaba los días y las noches construyendo su cohete, convencido de que podía hacer que su sueño se hiciera realidad.

Un día, mientras trabajaba, conoció a un viejo búho llamado Don Sabelio.

"¿Qué estás haciendo, pequeño ratón?" - preguntó Don Sabelio, inclinando su cabeza curiosamente.

"Construyo un cohete para ir a la luna. ¿Quisieras ayudarme?" - dijo Rati con esperanza.

Don Sabelio sonrió con ternura.

"¡Claro! Pero necesitarás un traje espacial. La luna es un lugar muy diferente a tu granero, y protegerte es fundamental. Vamos a buscar materiales juntos" - propuso el búho.

Rati y Don Sabelio se lanzaron a la búsqueda. Encontraron una viejísima bota de goma y utilizaron su ingenio para convertirla en un traje. Juntos lo decoraron con estrellas pintadas, y quedó muy divertido.

Una vez que el cohete estuvo listo, y después de muchas pruebas, llegó el gran día. Todos los ratones del granero se reunieron, un poco escépticos, pero intrigados.

"¡Rati! ¡Suerte!" - gritó Lila con un guiño. "Si lo logras, te traeremos de vuelta como héroe".

Con el corazón palpitando, Rati se subió a su cohete. Don Sabelio lo observó desde un árbol cercano.

"Recuerda, pequeño, debes tener fe en ti mismo. ¡A volar!" - le aconsejó el búho.

Rati encendió el cohete, que comenzó a temblar y a sacar humo.

"¡Vamos, que la aventura comienza!" - gritó emocionado.

Con un fuerte ruido, el cohete despegó y Rati sintió el viento en su cara. Subió, subió, y cuando llegó a la altura de las nubes, miró hacia abajo y vio el mundo pequeño e inmenso a la vez. Entonces, cruzó el espacio hasta llegar a un lugar donde la luna brillaba como nunca

Aterrizó suavemente en la luna. Estaba maravillado por lo que veía. Era un paisaje deslumbrante y diferente a todo lo que conocía.

"¡Nunca creí que llegaría aquí!" - exclamó Rati. "¡Mira cuántas estrellas!"

Comenzó a saltar de alegría, descubriendo que en la luna podía brincar mucho más alto. Exploró cráteres, jugó con la luna y saludó a los extraterrestres amigables que allí habitaban. A todos les contaba sobre el granero, sus amigos y su aventura hasta allí.

Pero llegó un momento en que comprendió que también debía regresar a casa. Era hora de contarles a sus amigos que había logrado cumplir su sueño. Así que, tras una despedida emotiva con nuevos amigos, Rati montó nuevamente su cohete y emprendió el viaje de regreso.

Al aterrizar, los ratones del granero lo recibieron con aplausos y sorpresas.

"¡Rati, volviste! Contanos, ¿cómo es la luna?" - preguntó Lila.

"Es mágica, amigos. Allí se puede soñar de verdad. Pero lo más importante es que si uno trabaja duro por sus sueños, no hay nada imposible" - explicó.

Desde aquel día, los ratones del granero no solo escuchaban las historias de Rati, sino que también se animaban a seguir sus propios sueños. A cada rato, podían ver a Rati mirando al cielo, ya no solo como una estrella, sino como un pequeño héroe que un día llegó hasta la luna y volvió para inspirar a todos.

Y así, no solo Rati cumplió su sueño, sino que también mostró a todos sus amigos que con trabajo en equipo y perseverancia, se pueden alcanzar las estrellas.

Y colorín colorado, ¡este sueño ha comenzado!

FIN.

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