Rita, la rana olvidadiza



Había una vez, en un hermoso estanque rodeado de juncos y flores silvestres, una rana llamada Rita. Rita era una rana muy pintoresca, con su piel verde brillante y ojos grandes y curiosos. Pero había un pequeño problema: siempre ignoraba a los demás cuando la saludaban.

Los demás habitantes del estanque decían:

"¡Hola, Rita!"

"¡Qué linda que está hoy!"

Pero Rita solo saltaba, sin siquiera mirar.

Un día, mientras Rita disfrutaba de un calido rayo de sol, una serpiente llamada Valentina, que tenía la habilidad de lanzar hechizos, la observó desde la sombra de un arbusto.

"¿Por qué esa rana es tan grosera?" - murmuró Valentina para sí misma. "¡Voy a enseñarle una lección!"

Valentina se arrastró hacia Rita y, con un chasquido de su cola, murmuró un hechizo que resonó en el aire:

"¡Escucha bien, rana altanera! Cada vez que ignores un saludo, te volverás más pequeña, hasta que nadie pueda verte."

Rita, al escuchar el hechizo, se rió y dijo:

"¡Eso no me va a pasar!"

Pero justo cuando terminó de hablar, sintió un extraño escalofrío y, de repente, ¡PUM! Se achicó un poco.

"¿Qué ha pasado?" - se preguntó asustada.

Decidida a no dejarse intimidar, siguió ignorando a sus amigos. Cada vez que un pez o un pato la saludaban, Rita solo seguía saltando sin responder. Y cada vez que lo hacía, se encogía más y más.

Algunos días después, ya era tan pequeña que ella misma apenas podía ver sus patas. Nadie podía notar su presencia en el estanque, y Rita se sintió muy sola.

Una mañana, mientras trataba de encontrar un lugar donde todavía pudiera ser vista, conoció a una hormiga llamada Antonia. Antonia estaba muy ocupada trabajando y no había notado a Rita.

"¡Hola!" - saludó Rita tímidamente, viéndose por fin con la necesidad de socializar.

Antonia levantó la vista y la vio.

"¡Hola! No te había visto. ¿Por qué estás tan pequeña?"

Rita, sintiéndose avergonzada, explicó su situación.

"Ignoré a demasiada gente y Valentina me hechizó para que me volviera más pequeña. Ya no me pueden ver y me siento muy sola..."

Antonia pensó por un momento y dijo:

"Te ayudaré, Rita. Necesitamos encontrar a Valentina y romper el hechizo. Pero primero, tienes que aprender a ser educada y a responder a los saludos."

Rita asintió con la cabeza.

"Está bien, lo intentaré. No quiero ser pequeña para siempre."

Así que juntas se pusieron en marcha. Rita comenzó a practicar:

"Hola, ¡qué lindo día!"

"Buenos días, amigos del estanque!"

Cada vez que alguien la saludaba, Rita respondía con una sonrisa y un saludo, obligándose a sí misma a ser educada.

Después de unos días de esfuerzo, Valentina apareció nuevamente, curiosa al ver a esa rana que empezaba a ser un poco más grande.

"Veo que has cambiado, Rita, pero aún necesitas saludar a más amigos" - dijo Valentina, desafiándola.

Rita sintió que su corazón latía rápido.

"¡Hola, Valentina! No sabía que ibas a venir. Me he dado cuenta de que es importante saludar, y he estado practicando todo lo que me dijiste."

Valentina, sorprendida por la sinceridad de Rita, hizo una pausa.

"Parece que has aprendido tu lección. Estoy impresionada. Ya no necesitarás el hechizo, puedes volver a tu tamaño normal."

Con un toque de su cola, ¡PUM! Rita se volvió a agrandar hasta alcanzar su tamaño original.

"¡Estoy de vuelta! Gracias, Valentina, y gracias a vos, Antonia. ¡Ahora sé lo importante que es ser educada y respetuosa!"

Desde ese día, Rita nunca volvió a ignorar a nadie. Saludaba a cada criatura en el estanque, y su amistad floreció, llenando el estanque de risas y alegría. Y así, Rita no solo recuperó su tamaño, sino también la amistad de todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!