Sabrina en el Gran Bosque



Era una vez una niña llamada Sabrina, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos. Un día, mientras exploraba los alrededores de su casa, se encontró con un sendero que nunca había visto antes. Intrigada, decidió seguirlo. El sendero la llevó a un gran bosque, hermoso y misterioso, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo.

- ¡Wow! ¡Este lugar es increíble! - exclamó Sabrina, mirando hacia arriba.

A medida que avanzaba por el bosque, Sabrina se encontró con un pequeño conejo que la miraba con curiosidad.

- Hola, conejito. ¿Cómo te llamás? - preguntó Sabrina, agachándose para acariciar su suave pelaje.

- Me llamo Rabo, y soy el guardián del bosque - respondió el conejo con una voz suave. - ¿Qué haces aquí, niña?

- Estoy explorando - dijo Sabrina con una sonrisa. - Este lugar es maravilloso.

Rabo movió sus orejas y, con una chispa en sus ojos, dijo:

- Si quieres, puedo mostrarte los secretos del bosque. Pero debes prometerme que siempre cuidarás la naturaleza y no harás daño a los animales.

- ¡Lo prometo! - respondió Sabrina emocionada.

Rabo guió a Sabrina a través de un sendero lleno de flores de colores, mariposas que danzaban en el aire y árboles que murmullaban con el viento. De repente, se detuvieron ante un río lleno de agua cristalina.

- Este río es nuestro hogar, pero ha estado sufriendo. Necesitamos tu ayuda para mantenerlo limpio - explicó Rabo con seriedad.

- ¿Cómo puedo ayudar? - preguntó Sabrina, sintiendo que era parte de algo importante.

- Recoge toda la basura que encuentres a tu alrededor y enséñale a otros sobre la importancia del agua - le sugirió Rabo.

Sabrina aceptó el reto y, durante el día, se dedicó a limpiar el río junto a Rabo. Juntos recogieron envoltorios, botellas y otros desechos que contaminaban el agua. Al final del día, el río brillaba como un espejo bajo la luz del sol.

- ¡Lo hicimos! - gritó Sabrina con alegría.

De repente, una tortuga se acercó a ellos.

- Muchas gracias, valientes amigos, por cuidar nuestro hogar - dijo la tortuga con una voz profunda y sabia.

Sabrina, emocionada por el agradecimiento, decidió hacer algo más.

- Quiero contarle a todos en mi pueblo sobre cómo cuidar el bosque y el agua. ¡No podemos dejar que se contamine! - dijo.

Rabo y la tortuga sonrieron, felices de escuchar esas palabras. Al final de su aventura en el bosque, Sabrina se despidió de sus nuevos amigos y se prometió a sí misma que compartiría su experiencia con todos.

Cuando volvió a casa, reunió a sus amigos y les habló de lo que había aprendido en el gran bosque. Les mostró fotos y les explicó cómo era esencial cuidar del medio ambiente.

- ¡El bosque necesita nuestra ayuda! - decía con entusiasmo. - Si todos hacemos un esfuerzo juntos, podemos mantenerlo hermoso y limpio para siempre.

Desde ese día, Sabrina y sus amigos comenzaron a organizar limpiezas en su pueblo y a plantar árboles en el parque. Poco a poco, la idea de cuidar la naturaleza se fue extendiendo y todos empezaron a trabajar juntos. Como resultado, el bosque floreció aún más y los ríos nunca volvieron a estar sucios.

Sabrina aprendió que incluso una sola persona puede hacer una gran diferencia si se lo propone. Lo importante es querer ayudar y motivar a otros a unirse a la causa. Y así, cada vez que camina por el bosque, puede sentir que es parte de algo más grande, un equipo que trabaja para cuidar el hogar de todos, donde la amistad, el respeto y la protección de la naturaleza siempre serán lo más importante.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

FIN.

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