Sonti y el Viaje a Perú



Era una soleada mañana en la pequeña ciudad de Santa Clara. Sonti, una niña curiosa de ocho años, soñaba con aventurarse en un viaje mágico. Su abuela siempre le contaba historias sobre un país lejano llamado Perú, lleno de montañas, animales exóticos y culturas fascinantes. Un día, mientras estaba en su habitación, decidió que era hora de vivir su propia aventura.

Sonti se acercó a su abuela.

"Abuela, quiero ir a Perú. ¿Podrías ayudarme?" - pidió Sonti con ojos brillantes.

"Por supuesto, mi amor. Cada gran viaje comienza con un sueño y un plan. ¿Qué te gustaría ver primero?" - respondió la abuela sonriendo.

Con la ayuda de su abuela, Sonti comenzó a investigar sobre Perú. Aprendió sobre Machu Picchu, los animales de la selva, y sobre las tradiciones de los pueblos indígenas.

"Quiero ver el cóndor volando sobre las montañas y aprender a bailar la marinera" - exclamó Sonti emocionada.

Un día, mientras estaba en el parque, Sonti conoció a un niño llamado Lucas.

"Hola, soy Lucas. ¿Qué tal?" - dijo él mientras volaba su cometa.

"Hola, yo soy Sonti. Estoy planeando un viaje a Perú. ¿Te gustaría venir conmigo?" - respondió Sonti, entusiasmada.

"¡Suena increíble! Nunca he viajado a otro país. Pero, ¿cómo iremos?" - preguntó Lucas, curioso.

Sonti sonrió y le contó sobre su plan. Juntos, decidieron realizar una recolección de botellas de plástico para reciclar y con el dinero que reunieran, comprar boletos para su viaje.

"¡Es una gran idea! ¡Contemos a nuestros amigos!" - sugirió Lucas.

En los días siguientes, Sonti y Lucas reunieron a más amigos, y así formaron un pequeño equipo. Todos aportaron ideas brillantes para recaudar fondos. Hicieron un stand de limonada, vendieron galletas caseras y organizaron una carrera de karts.

Con mucho esfuerzo y ayuda de la comunidad, lograron juntar el dinero necesario. Finalmente, llegó el día del viaje.

"¡Estamos listos!" - gritaba Sonti mientras se subía al avión junto a Lucas y sus amigos.

Al aterrizar en Perú, los cuatro amigos se quedaron maravillados con los paisajes. Montañas imponentes, ríos cristalinos y una cultura vibrante les recibieron.

"¡Miren, el Machu Picchu!" - exclamó Sonti mientras observaba las ruinas desde arriba.

Pero a lo largo del viaje, comenzaron a notar que no todo era fácil. La barrera del idioma, la comida diferente y la altura de las montañas les presentaron desafíos. A veces, tenían ganas de rendirse.

"¿Y si no podemos hacerlo?" - preguntó Lucas, preocupado.

"No, tenemos que seguir adelante. Cada desafío es una oportunidad para aprender y crecer" - alentó Sonti.

Con esa actitud, decidieron no rendirse y seguir explorando. Aprendieron algunas palabras en quechua, probaron la deliciosa comida típica como el ceviche y la papa a la huancaína, y se unieron a un grupo de baile de marinera en una fiesta local.

"¡Esto es asombroso!" - gritó Lucas mientras giraba en la pista de baile.

Sonti se dio cuenta de que el amor por la aventura y el apoyo de sus amigos habían hecho posible este viaje. La experiencia no solo les mostró la belleza de Perú, sino también los valores de la colaboración, la perseverancia y la amistad.

Antes de regresar a casa, Sonti y sus amigos decidieron hacer un último acto de bondad.

"Vamos a compartir lo que hemos aprendido. Podemos donar parte de lo que hemos ganado para ayudar a un centro comunitario que conocimos" - propuso Sonti con firmeza.

"¡Sí! Eso es muy importante" - coincidieron todos.

Con corazones llenos y nuevas historias que contar, Sonti y sus amigos regresaron a Santa Clara, cada uno llevando recuerdos inolvidables y una nueva perspectiva sobre la vida. Sonti sonrió al darse cuenta de que la verdadera aventura estaba en vivir cada momento con amor y amistad.

Y así, Sonti entendió que los sueños se hacen realidad cuando se comparten con quienes amamos. Desde ese día, nunca dejó de soñar con el próximo viaje, porque sabía que cada nuevo destino traía consigo una oportunidad única para aprender y amar aún más.

FIN.

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