Theo y el León Volador



Era un hermoso día soleado en la selva, y Theo, un joven elefante de grandes orejas y patas fuertes, estaba ansioso por jugar con sus amigos Mimi, la alegre cebra, y Ottho, el curioso loro.

"Chicos, hoy les cuento algo increíble", empezó Theo emocionado. "¡Vi un león volador!"

Mimi y Ottho se miraron con sorpresa.

"¿Un león volador? Eso suena asombroso, Theo" –dijo Mimi mientras arqueaba sus cejas.

"Sí, sí, volaba de árbol en árbol como si fuera un pájaro" –agregó Theo, con una gran sonrisa.

Ottho, siempre intrigado, preguntó:

"¿En serio? ¿Qué hizo el león cuando llegó a la cima del árbol?"

Theo, sintiéndose presionado, empezó a improvisar.

"¡Hizo acrobacias! Se lanzó y aterrizó con un giro espectacular!"

Los ojos de Mimi y Ottho brillaban mientras escuchaban las locas hazañas del león volador, pero, al mismo tiempo, algo en la voz de Theo sonaba un poco inseguro.

A medida que pasaron los días, la historia de Theo se convirtió en la comidilla de la selva. Todos los animales querían escuchar sobre el increíble león.

Un día, mientras jugaban en el río, un grupo de animales se acercó a Theo.

"¡Theo! ¡Queremos saber más sobre el león volador!" –gritó un pequeño mono.

El corazón de Theo latía rápido.

"Eh... claro, claro. Bueno, el león también conoce un truco de magia que..."

Pero, cuando estaba a punto de inventar otra cosa, Ottho lo interrumpió.

"Theo, ¿estás seguro de que eso es verdad?"

Los amigos se dieron cuenta de que Theo empezaba a ponerse nervioso, así que decidieron hacerle un pequeño juego.

"¡Vayamos a buscar al león volador!" –sugirió Mimi con entusiasmo.

Los animales comenzaron a rebullir y a hacer planes locos sobre cómo encontrar al famoso león.

Theo, sintiéndose acorralado, decidió que era hora de confesar.

"Chicos, en realidad, no vi un león volador... todo fue inventado. Solo quería impresionarles" –confesó con tristeza.

Mimi lo miró con compasión.

"Theo, no necesitas mentir para ser especial. Todos te queremos como sos, ¡sin necesidad de inventar cosas!"

Ottho asintió con la cabeza.

"Tu historia fue divertida, pero lo que realmente importa es tu sinceridad. ¡Eso es lo que te hace único!"

Desde ese día, Theo fue sincero con sus amigos.

Pasaron días maravillosos llenos de juegos y risas, sin más mentiras. Aprendieron a compartir sus verdaderos sueños y aventuras, sin necesidad de actuar como alguien más.

Un día, mientras paseaban por la selva, se encontraron con un verdadero león, pero no uno volador.

Mimi exclamó:

"¡Miren! Aquí hay un león de verdad. ¿Qué hacemos?"

Theo, entusiasmado, decidió ser valiente.

"¡Hablemos con él!"

Mimi y Ottho lo miraron asombrados, pero Theo, recordando su sinceridad, se acercó al león.

"Hola, señor león. Somos amigos de la selva. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

El león miró a Theo y sonrió.

"Claro, me encantaría jugar con ustedes. Pero, ¿no deberían ser más cuidadosos?"

Todos rieron, y así se unieron a una tarde de aventuras, saltos y carreras en la selva, con un nuevo amigo.

Al final del día, mientras regresaban a casa, Theo sonrió mientras recordaba lo que había aprendido.

"Chicos, gracias por aceptarme tal como soy. No necesito ser otro, solo necesito ser yo mismo"

Mimi puso su pata sobre la de Theo.

"Y nosotros siempre estaremos aquí, ¡porque sos un amigo genial!"

Ottho alzó el vuelo y gritó:

"¡Sin leones voladores, pero con la mejor compañía!"

Desde entonces, Theo, Mimi, y Ottho continuaron explorando la selva, llenando sus días de risas, amistad y, sobre todo, sinceridad. La selva nunca volvió a ser la misma, porque aunque no había leones voladores, había un elefante que entendía que ser auténtico era la verdadera magia.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!