Un Rincón de Amistad



En un tranquilo barrio de Buenos Aires, donde los árboles dan sombra y los niños juegan en la plaza, vivían un gato llamado Misi y un perro llamado Tobi. Misi era un gato curioso, con un suave pelaje atigrado que brillaba bajo el sol. Tobi, por otro lado, era un perro alegre y juguetón, siempre dispuesto a hacer nuevos amigos.

Un día, mientras Misi exploraba los tejados de las casas, escuchó un alboroto en la calle. Saltó del tejado y se acercó al lugar del ruido.

"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Misi, moviendo su cola con curiosidad.

"¡Misi! ¡Mira!" - ladró Tobi emocionado "Estoy tratando de hacer que este gato al que nunca había visto juegue conmigo, pero no quiere!"

Misi miró al gato que estaba al lado de Tobi. Era un gato blanco con ojos grandes, que parecía muy asustado.

"Hola, soy Misi. ¿Por qué no quieres jugar?" - le preguntó el gato, tratando de sonar amigable.

"Me llamo Nube... y no sé cómo jugar" - contestó el gato con voz temblorosa.

Misi sonrió, y en un instante decidió enseñarle.

"No te preocupes, Nube. Todos aprendemos de a poco. Tobi, ¿qué tal si jugamos a la pelota?" - sugirió Misi. Tobi movió la cola, emocionado.

Así fue como comenzó una gran aventura de juegos entre los tres. Pero Nube, al ser un poco tímido, no le gustaba perseguir la pelota. Misi lo notó y decidió cambiar el juego.

"¿Qué te parece si hacemos una carrera?" - propuso Misi.

Nube se iluminó.

"¡Sí, eso suena divertido!" - respondió, sintiéndose más cómodo.

Los tres amigos se dispusieron en una línea de salida. Al contar tres, comenzaron a correr hacia el árbol más cercano. Misi, rápido como un rayo, llegó primero; Tobi, con su energía, y Nube, un poco más despacio, pero sonriendo para sí mismo.

"¡Lo hiciste genial, Nube!" - gritó Tobi.

Desde ese día, Nube se unió a las travesuras diarias de Misi y Tobi. Jugaron a las escondidas, escalaron árboles y disfrutaron de cada momento juntos. Pero pronto se dieron cuenta de que había algo que no podían hacer: ¡ir a la plaza a jugar con los demás animales!"¿Por qué no podemos ir a la plaza?" - preguntó Nube un día.

"Los otros gatos siempre nos miran raro porque somos un gato y un perro jugando juntos. No lo entienden" - dijo Tobi, un poco triste.

Misi, valiente y apasionado por la amistad, tuvo una idea brillante.

"¿Vamos a la plaza? Mostrarles lo divertidos que podemos ser!" - sugirió.

Con un rugido de determinación, los tres amigos decidieron que era el momento de enfrentarse a la opinión de los demás. Juntos, caminaron hacia la plaza. Los otros perros y gatos los miraron sorprendidos.

"Miren a esos dos amigos... ¿eso es normal?" - murmulló uno de los gatos.

Pero Misi no se dejó intimidar.

"¡Hola a todos! Somos Misi, Tobi y Nube. ¡Queremos jugar!" - exclamó con confianza.

Al principio, todos los animales se quedaron en silencio. Pero Tobi, que amaba hacer reír a la gente, comenzó a ladrar divertidamente mientras hacía trucos. Misi se unió a la diversión, brincando aquí y allá, y Nube los imitó con un pequeño salto.

Pronto, las risas empezaron a llenar la plaza y, poco a poco, otros gatos y perros se sintieron intrigados y se acercaron.

"¡Eso parece divertido!" - dijo un perro de gran tamaño.

Misi, Tobi y Nube invitaron a todos a participar en el juego. Después de un rato, la plaza estaba llena de perros y gatos, saltando y jugando juntos. Ya no importaba si eras un gato o un perro; lo único que importaba era la diversión que podían crear juntos.

Esa tarde, Misi, Tobi y Nube sintieron que habían hecho algo maravilloso. Todos los animales aprendieron que, a pesar de sus diferencias, podían convertirse en grandes amigos y jugar juntos.

"Nunca pensé que esto podría ser tan divertido" - dijo Nube, luciendo contento.

"¡La amistad no tiene fronteras!" - respondió Tobi moviendo la cola con alegría.

"¡Y juntos podemos lograr cualquier cosa!" - concluyó Misi, sonriendo.

FIN.

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