Un Viaje Intergaláctico



Era una tarde cualquiera en el barrio de Villa Celeste, cuando una extraña luz apareció en el cielo. No era como ninguna estrella, ni como un avión. Era un platillo volante brillante que aterrizó suavemente en la plaza del barrio.

Los niños, curiosos y emocionados, se acercaron al ovni. De la escotilla salió un grupo de aliens con piel verde y ojos enormes.

"¡Hola, terrícolas!"- dijo uno de ellos, mientras destellaban colores. "Soy Zog, y ellos son mis amigos: Flee y Nix. Venimos de Gluxtor 7."

Lautaro, el más audaz, se animó a preguntar: "¿Qué quieren de nosotros?"

"No queremos nada, solo aprender sobre su planeta y compartir lo que sabemos"- respondió Zog con una sonrisa.

Los niños, intrigados, decidieron llevarlos a dar un recorrido por Villa Celeste. "¡Vamos a jugar al fútbol!"- propuso Sofía. A los aliens no les hizo falta que les explicaran las reglas, parecen entender rápidamente cómo jugar.

Mientras pateaban la pelota y reían, Flee se dio cuenta de la cantidad de basura que había en la plaza. "¿Por qué tiran cosas al suelo?"- preguntó, mientras señalaba un envoltorio de golosinas.

Lautaro respondió, un poco avergonzado: "A veces estamos demasiados ocupados y no pensamos en eso."

Nix, la más pequeña de los aliens, propuso: "En Gluxtor tenemos una costumbre. Cada vez que alguien tira algo al piso, debemos recogerlo y compartir algo bonito con los demás. ¿Pueden intentarlo?"

Intrigados, los niños empezaron a recoger la basura. "¡Mirá, encontramos un juguete!"- exclamó Sofía. Todos se pusieron a discutir sobre a quién le pertenecía, pero pronto se dieron cuenta de que podían donarlo a alguien que lo necesitaba, además de alegrar a otro niño.

Pasaron el día jugando, aprendiendo sobre el deporte y la limpieza del planeta. Al caer la tarde, Zog dijo: "Ustedes tienen un hermoso lugar aquí. Si cada uno asume la responsabilidad, podrá ser aún mejor. La diversión no está solo en jugar, sino también en cuidar nuestro hogar."

Cuando llegó la hora de despedirse, los niños sintieron un nudo en la garganta. "Pero volverán, ¿verdad?"- preguntó Lautaro.

"Siempre que necesiten un amigo, estaré aquí"- aseguró Zog.

"Y nosotros también iremos a Gluxtor algún día, ¿no?"- añadió Sofía.

"¡Claro! La amistad no tiene fronteras, ni siquiera planetarias"- respondió Flee.

Con un brillo en los ojos, los aliens subieron a su nave y, antes de despegar, dejaron atrás una pequeña caja. La abrieron los niños y, para su sorpresa, encontraron semillas de plantas de Gluxtor.

"¡Plantémoslas y recordemos este día!"- dijo Lautaro emocionado.

"Sí, será nuestro símbolo de amistad entre planetas"- concluyó Sofía.

Y así, con el cielo estrellado como telón de fondo, los niños de Villa Celeste aprendieron que cuidar su planeta era tan importante como divertirnos, y que a veces, la amistad puede venir de los lugares más inesperados.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!