Una Amistad Inesperada



En un hermoso lago rodeado de frondosos árboles y aguas cristalinas, vivía un cocodrilo llamado Coki. A Coki le encantaba tomar el sol sobre una roca, pero siempre sentía que le faltaba algo. Una mañana, mientras disfrutaba de su siesta, escuchó risas y murmullos provenientes del río que se unía al lago. Intrigado, se acercó a la orilla y vio a un tiburón llamado Tibi, rodeado de peces que lo aclamaban con entusiasmo.

"¡Mirá cómo nada! ¡Tibi es el mejor!" - decían los pececitos, admirándolo.

Coki, sintándose un poco triste y celoso, decidió que debía hacer algo para cambiar su situación.

"Si no puedo ser el más querido en el lago, ¡hablaré con Tibi y seré su amigo!" - pensó Coki.

Así, un día, Coki se armó de valor y nadó hacia el río donde estaba Tibi. Desde la distancia lo observó con admiración. Pero al acercarse, un pez se interpuso:

"¡No te acerques! Los tiburones son peligrosos, pueden comerte!"

Coki dudó pero decidió hacer frente a sus miedos. Se acercó y le dijo:

"Hola, señor Tiburón. Soy Coki, el cocodrilo del lago. Me gustaría ser tu amigo."

Tibi lo miró con sorpresa. No todos los días un cocodrilo se presentaba así.

"¿Amigo? Pero, ¿por qué? Todos te dicen que soy peligroso."

Coki sonrió y contestó:

"Tal vez sí lo seas, pero también eres querido y eso me gustaría aprender de ti."

Tibi rió, sintiéndose halagado.

"Es cierto que tengo mis amigos y que disfruto de la atención. Pero ser querido también significa ser responsable y cuidar de otros. ¿Sabías eso?"

Coki sintió que había algo profundo en esas palabras, y juntos hablaron durante horas. Tibi compartió sus lecciones aprendidas en el mar, su valentía y cómo se preocupaba por los más pequeños cuando nadaban juntos.

Así, día tras día, se hicieron amigos. Tibi enseñaba a Coki a nadar más rápido, a jugar con las corrientes y a disfrutar del agua. En cada visita, Coki podía ver cómo Tibi se encargaba de sus amigos, alertándolos de cualquier peligro.

Pero un día, una fuerte tormenta se desató, y el río comenzó a crecer velozmente. Los pececitos se asustaron y comenzaron a iniciar la huida, pero la corriente los arrastraba.

"¡Tibi! ¡Ayúdanos!" - gritaban, temerosos.

Coki, recordando todo lo que había aprendido de su amigo, nadó rápidamente hacia ellos.

"Chicos, sigan mi voz y sigan nadando hacia abajo, ¡es más seguro!" - los alentó.

"¿Y tú?" - le preguntaron los peces.

"Yo estaré bien, ¡confíen en mí!" - respondió Coki con determinación.

Mientras tanto, Tibi también actuó rápidamente.

"Voy a hacer un túnel para que pasen más fácil, sigan a Coki y no paren de nadar!"

Con sus esfuerzos combinados, los peces lograron salir de la tormenta y nadar a un lugar seguro. Después de la tormenta, todos se reunieron alrededor de Coki y Tibi.

"¡Son nuestros héroes!" - gritaron los pececitos con alegría.

Coki sonrió y miró hacia Tibi, sintiendo que había encontrado lo que realmente buscaba: la felicidad de ayudar a otros y una amistad verdadera.

"Gracias, amigo. Me has enseñado que ser querido es también ser responsable y estar allí cuando otros nos necesitan."

"Y tú, Coki, me has enseñado que no importa cuán diferentes seamos, siempre podemos ser amigos si estamos dispuestos a aprender el uno del otro."

Desde ese día, Coki y Tibi se convirtieron en los mejores amigos, compartiendo aventuras y enseñanza sobre la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y ser responsables unos con otros en sus respectivos hogares, el lago y el mar.

FIN.

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