Había una vez una profesora llamada Valentina, quien enseñaba en una pequeña escuela en el pueblo de Villa Verde. Valentina siempre buscaba maneras creativas de enseñar a sus estudiantes y mantenerlos interesados en el aprendizaje.

Un día, se le ocurrió la idea de llevar a sus alumnos a un paseo por el bosque para que pudieran escuchar los diferentes sonidos de la naturaleza.

Los niños estaban emocionados con la idea y se prepararon con entusiasmo para su aventura en el bosque. Llevaron lápices y cuadernos para hacer dibujos de lo que encontraran, además de algunos bocadillos para disfrutar durante el camino. Cuando llegaron al bosque, todos quedaron maravillados con la belleza del lugar.

Los árboles altos y frondosos parecían tocar el cielo, mientras que los rayos del sol se filtraban entre las hojas creando hermosas sombras en el suelo.

La profesora les explicó que debían abrir bien los oídos para poder escuchar los sonidos del bosque: los pájaros cantando, las hojas crujientes bajo sus pies e incluso el murmullo del río cercano. Los niños caminaban despacio y atentos, tratando de identificar cada uno de esos sonidos.

Sin embargo, poco a poco fueron adentrándose más y más en el bosque sin darse cuenta. El sendero se volvía cada vez más estrecho y confuso, hasta que finalmente perdieron completamente el rumbo. Los niños comenzaron a sentirse preocupados y asustados.

- ¡Profesora Valentina! ¿Qué vamos a hacer? Estamos perdidos -dijo Laura, una de las estudiantes. La profesora Valentina se tranquilizó y miró a sus alumnos con una sonrisa reconfortante. - No se preocupen, chicos.

En situaciones como esta, lo más importante es mantener la calma y pensar con claridad -les dijo-. Vamos a hacer un plan para encontrar el camino de regreso. Los niños se acercaron a Valentina y comenzaron a discutir ideas entre ellos.

Decidieron que lo primero que debían hacer era buscar señales en los árboles o en el suelo que pudieran indicar la dirección correcta. Caminaron juntos por el bosque, observando detenidamente cada detalle.

Después de un rato, uno de los niños llamado Martín encontró unas marcas en un árbol. - ¡Miren! Aquí hay unas letras talladas en el tronco del árbol -exclamó emocionado-. Parece ser una señal. Todos se acercaron al árbol y vieron las letras —"RR" .

La profesora recordó que habían pasado por un riachuelo antes de perderse. - ¡Eso debe ser una pista! Significa "Río Rápido" -dijo Valentina-. Si seguimos estas marcas, nos llevarán hasta el río y desde allí podremos encontrar nuestro camino de vuelta al pueblo.

Con renovada esperanza, los niños siguieron las marcas —"RR"  y finalmente llegaron al río. Allí se sentaron un momento para descansar y tomar agua del río cristalino.

La profesora aprovechó para enseñarles sobre la importancia de cuidar los recursos naturales y mantener los ríos limpios. Después de un merecido descanso, continuaron su camino siguiendo las orillas del río. Pronto encontraron un puente que los llevó de regreso al sendero principal. - ¡Lo logramos! -exclamó Valentina-.

Gracias a nuestra calma y trabajo en equipo, hemos encontrado el camino de vuelta. Los niños celebraron con alegría y se dirigieron de regreso al pueblo.

En el camino, la profesora les explicó cómo utilizar una brújula y leer un mapa para evitar perderse nuevamente en futuras expediciones. Al llegar a la escuela, todos estaban orgullosos de su aventura en el bosque. Aprendieron sobre la importancia de estar atentos a su entorno y trabajar juntos para superar cualquier obstáculo.

Desde ese día, nunca más volvieron a perderse en el bosque y siempre recordaron la valiosa lección que aprendieron junto a su querida profesora Valentina.

FIN.

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