en la hermosa playa de Mar del Plata. Nanda estaba emocionada por pasar sus vacaciones en ese lugar tan especial.

Esa tarde, mientras exploraban la casa, Nanda y su mamá se encontraron con una vieja caja de madera en el ático. La curiosidad invadió a Nanda, así que decidieron abrirla para ver qué había adentro. Al abrir la caja, encontraron un mapa antiguo que parecía llevar a un tesoro escondido.

Nanda y su mamá se miraron emocionadas y decidieron seguir las indicaciones del mapa para descubrir qué tesoro les esperaba. La primera parada en el mapa los llevó a un faro cercano.

Al llegar, se encontraron con un simpático pescador llamado Pedro, quien les dijo que para encontrar el siguiente paso debían resolver un acertijo:"-Si me das una respuesta correcta, te diré dónde está escondida la próxima meta.

¿Qué tiene patas pero no puede caminar?"Nanda pensó por un momento y luego exclamó: "-¡Una mesa!"Pedro sonrió y les dio una nueva pista: "-El próximo destino está al final del arco iris". Nanda y su mamá corrieron hacia la playa en busca del arco iris más hermoso que pudieran encontrar.

Después de mucho buscar, lo vieron brillar en el cielo justo encima de una pequeña isla cerca de la costa. Decidieron tomar un bote para llegar hasta allí.

Una vez en la isla, siguieron las indicaciones del mapa hasta dar con una cueva oculta detrás de unas rocas enormes. Al entrar a la cueva con mucho cuidado, se encontraron con una estatua misteriosa. Parecía estar sosteniendo algo en sus manos, así que Nanda decidió acercarse para ver de qué se trataba.

"-¡Mamá, es un cofre del tesoro!" exclamó emocionada. Con mucho cuidado, Nanda y su mamá abrieron el cofre y descubrieron monedas de oro, joyas brillantes y un mensaje:"-Este tesoro es para aquellos que siguen sus sueños y nunca se rinden.

Disfruten de la belleza del mar y compartan su felicidad con los demás".

Nanda entendió entonces que el verdadero tesoro no eran las riquezas materiales, sino la aventura vivida junto a su mamá y todas las personas maravillosas que habían conocido en el camino. Decidieron regresar a casa con los corazones llenos de gratitud por esta increíble experiencia. Durante el resto de las vacaciones, Nanda compartió su alegría con otros niños en la playa, jugando juntos y creando recuerdos inolvidables.

Al finalizar las vacaciones, Nanda guardó el mapa del tesoro como un recuerdo especial. Sabía que siempre llevaría consigo la valiosa lección aprendida: seguir sus sueños, disfrutar cada momento y compartir la felicidad con quienes la rodeaban.

Y así fue como Nanda Fondo descubrió que los tesoros más valiosos no siempre están ocultos bajo tierra, sino dentro de nosotros mismos y en las conexiones especiales que creamos con los demás.

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