A la Luna con Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo que soñaba con ir a la luna.

Desde que era muy chiquito, miraba al cielo todas las noches y se maravillaba con el brillo de la luna y las estrellas. Un día, en la escuela, la maestra les preguntó a los niños qué querían ser cuando crecieran. Muchos dijeron que querían ser médicos, bomberos o futbolistas.

Pero Mateo levantó tímidamente la mano y dijo: "Yo quiero ser astronauta y viajar a la luna". Todos se rieron de él y le dijeron que eso era imposible, que los argentinos no podían llegar a la luna. Pero Mateo no se dio por vencido.

Decidió investigar todo lo que pudiera sobre el espacio, los cohetes y la NASA. Pasaba horas leyendo libros y viendo documentales en su computadora vieja. Un día descubrió que había una convocatoria mundial para reclutar nuevos astronautas.

Mateo decidió postularse, a pesar de tener solo 10 años. Escribió una carta contando por qué quería ir a la luna y envió todos sus dibujos de cohetes y planetas.

Para su sorpresa, recibió una respuesta de la NASA felicitándolo por su entusiasmo y creatividad. "¡Mamá! ¡Papá! ¡Me han elegido para entrenar como astronauta en Estados Unidos!", gritó Mateo emocionado. Sus padres lo abrazaron orgullosos pero preocupados por enviarlo tan lejos siendo tan joven.

Sin embargo, sabían que tenían frente a ellos a un niño determinado e inteligente. Mateo partió hacia Estados Unidos para comenzar su entrenamiento espacial. Allí conoció a otros niños de diferentes partes del mundo con sueños similares al suyo.

Juntos aprendieron sobre gravedad cero, navegación espacial y cómo vivir en una estación espacial. Pasaron meses de arduo entrenamiento hasta que llegó el momento crucial: el lanzamiento al espacio exterior rumbo a la Luna.

La nave despegó con un estruendo ensordecedor mientras Mateo sentía una mezcla de emoción y nerviosismo indescriptibles. "¡Vamos camino a cumplir tu sueño, amigo!", le dijo el capitán de la misión mientras observaban cómo se alejaban lentamente de la Tierra.

Después de días interminables atravesando el vacío del espacio, finalmente llegaron a destino: La Luna estaba frente a ellos brillante e imponente. Mateo salió flotando fuera de la nave espacial junto con sus compañeros astronautas.

Se puso su traje especial diseñado por él mismo e impulsándose con cuidado comenzó a dar saltitos sobre aquel terreno lunar tan inexplorado para muchos. "¡Lo logramos! ¡Estoy parado en la Luna!", gritaba emocionado mientras hacía piruetas sin gravedad alguna.

Al regresar triunfantes luego de haber explorado durante horas aquel satélite natural tan misterioso; Mateo fue recibido como un héroe tanto en Estados Unidos como en Argentina.

Su historia inspiradora recorrió todos los rincones del planeta demostrando que cuando uno tiene un sueño nada es imposible si se trabaja duro para alcanzarlo.

FIN.

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