A Progenios Tale



Había una vez un pequeño ser llamado Progenio, que vivía en un hermoso jardín junto a otros seres de su especie.

Progenio era muy especial, ya que tenía la capacidad de multiplicarse fácilmente y reproducirse con fragmentos de sí mismo. Un día, mientras exploraba el jardín, Progenio se encontró con una hoja caída en el suelo. Curioso como siempre, decidió probar si podía reproducirse con ella.

Colocó uno de sus fragmentos sobre la hoja y ¡sorpresa! Al poco tiempo, otro Progenio apareció. Progenio quedó maravillado al descubrir que podría crear más seres como él simplemente utilizando fragmentos. Así que comenzó a experimentar reproduciéndose con diferentes objetos del jardín: piedras, flores e incluso ramas rotas.

Con cada nueva reproducción, el número de progenitores aumentaba rápidamente. Pronto había cientos de ellos por todo el jardín. Todos eran iguales y tenían las mismas habilidades especiales para multiplicarse fácilmente.

Al principio, todos los progenitores vivían en armonía y felicidad. Disfrutaban explorando el jardín juntos y aprendiendo unos de otros. Pero a medida que pasaba el tiempo, comenzaron a surgir problemas.

Los progenitores empezaron a competir entre sí por recursos limitados como la luz solar y los nutrientes del suelo. También se volvieron egoístas y no querían compartir sus conocimientos o ayudarse mutuamente. El ambiente pacífico del hermoso jardín se convirtió en un lugar lleno de rivalidades y conflictos.

Los progenitores se peleaban y discutían constantemente, sin darse cuenta de que estaban destruyendo su propio hogar. Un día, Progenio decidió poner fin a todo ese caos.

Reunió a todos los progenitores en el centro del jardín y les habló con voz firme pero amable:"Queridos amigos, hemos perdido nuestro camino. En lugar de trabajar juntos y apoyarnos mutuamente, nos hemos vuelto egoístas y competitivos.

Si seguimos así, no solo dañaremos nuestro hogar, sino que también nos perderemos la oportunidad de aprender y crecer juntos". Los progenitores escucharon atentamente las palabras de Progenio y comenzaron a reflexionar sobre sus acciones. Se dieron cuenta de que para vivir en paz y armonía, debían cambiar su forma de ser.

A partir de ese momento, los progenitores comenzaron a colaborar entre sí. Compartían recursos, conocimientos e ideas para mejorar el jardín. Aprendieron que al trabajar juntos podían lograr mucho más que compitiendo entre ellos.

El jardín volvió a ser un lugar hermoso y pacífico donde todos los progenitores vivían felices. Cada uno encontró su propósito único en la comunidad: unos se dedicaron a cuidar las flores, otros ayudaban a mantener el suelo fértil y algunos exploraban nuevos territorios en busca de aventuras.

Progenio se convirtió en un líder respetado por todos los demás. Su sabiduría y generosidad inspiraron a los demás a seguir su ejemplo.

Y así fue como Progenio enseñó una valiosa lección a todos los progenitores del jardín: que trabajar juntos y apoyarse mutuamente es la clave para vivir en armonía y alcanzar el éxito. Desde aquel día, los progenitores continuaron multiplicándose fácilmente, pero ahora lo hacían con responsabilidad y respeto hacia su entorno.

Aprendieron a valorar la importancia de la colaboración y se convirtieron en una comunidad fuerte y unida. Y así, el hermoso jardín floreció más que nunca, gracias al amor y cuidado de sus increíbles progenitores.

FIN.

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