A Tale of Curiosity and Wisdom


Había una vez dos hermanas, Guille y Lara, que vivían en un pequeño pueblo rodeado de una frondosa selva. Ambas eran muy curiosas y siempre soñaban con aventurarse más allá de las calles conocidas.

Un día, mientras jugaban en el jardín trasero de su casa, Guille tuvo una idea emocionante. "Lara, ¿qué te parece si nos escapamos y exploramos la selva?" sugirió. Los ojos de Lara se iluminaron al instante.

"¡Sí! Sería increíble descubrir nuevos lugares y animales exóticos", respondió emocionada. Sin pensarlo dos veces, las hermanas prepararon algunas provisiones: agua, comida y linternas para cuando llegara la noche. Con sus mochilas llenas de entusiasmo, se adentraron en la espesa jungla.

La selva era un lugar mágico lleno de sonidos desconocidos y plantas exuberantes. Guille y Lara caminaban maravilladas por los senderos estrechos mientras observaban aves coloridas volando sobre sus cabezas. Pero a medida que avanzaban, el sol comenzó a esconderse detrás del horizonte.

La oscuridad se apoderó rápidamente del bosque y las hermanas se dieron cuenta de que no habían planeado quedarse tanto tiempo.

"Guille, ¿crees que podremos encontrar el camino de regreso a casa?" preguntó Lara con preocupación en su voz. Guille intentaba mantener la calma mientras buscaba señales familiares entre los árboles altos. "No te preocupes, Lara. Seguro encontraremos una solución. Sigamos caminando en línea recta y confiemos en nuestras habilidades".

Pero a medida que avanzaban, el miedo comenzó a apoderarse de ellas. Los sonidos de la noche eran cada vez más escalofriantes y las sombras jugaban trucos en sus mentes. De repente, escucharon un ruido fuerte detrás de ellos.

Ambas se asustaron y se abrazaron temblando de miedo. "¿Qué fue eso?" preguntó Lara con la voz temblorosa. "No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí. Tenemos que seguir adelante", respondió Guille decidida.

Siguiendo su instinto, las hermanas continuaron caminando hasta que llegaron a un claro iluminado por la luna llena. Allí, vieron una figura amigable acercándose lentamente. Era Don Raimundo, un anciano sabio del pueblo conocido por sus conocimientos sobre la selva.

"¡Oh, queridas niñas! ¿Qué hacen ustedes aquí tan tarde? La selva puede ser peligrosa cuando cae la noche", dijo el anciano con preocupación en su voz. Las hermanas explicaron su aventura y cómo se habían perdido en el camino de regreso a casa.

Don Raimundo les sonrió amablemente y les ofreció ayuda para encontrar su camino nuevamente. Con paciencia, el anciano les mostró cómo usar las estrellas como guía para orientarse en caso de perderse.

También les enseñó algunos trucos para reconocer ciertas plantas y animales que podrían ayudarles a sobrevivir en la selva. Después de un largo camino, finalmente llegaron a la entrada del pueblo. Las hermanas se despidieron agradecidas de Don Raimundo y prometieron no aventurarse más allá de donde conocieran.

Aprendieron que la curiosidad está bien, pero es importante tener cuidado y respetar los límites. También comprendieron que siempre hay personas dispuestas a ayudar cuando nos encontramos en situaciones difíciles.

Desde aquel día, Guille y Lara se convirtieron en las exploradoras oficiales del pueblo. Ayudaban a otros niños a descubrir los secretos de la selva mientras compartían las lecciones aprendidas durante su propia aventura nocturna.

Y así, con cada nueva expedición, las hermanas recordaban la importancia de la precaución y el valor de pedir ayuda cuando fuera necesario.

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