A Year of Friendship and Growth
Había una vez un niño llamado Rodrigo, quien estaba muy emocionado porque iba a ir por primera vez a la escuela. Desde que se levantó esa mañana, no podía dejar de sonreír y saltar de alegría.
Cuando llegó el momento de partir hacia la escuela, Rodrigo caminaba orgulloso al lado de su mamá. Al llegar al patio del colegio, quedó impresionado por todas las cosas nuevas que veía: niños corriendo, juguetes coloridos y un montón de actividades divertidas.
La maestra del jardín de infantes se acercó a Rodrigo y le dio la bienvenida con una gran sonrisa. Ella parecía amable y cariñosa, lo cual hizo que Rodrigo se sintiera cómodo enseguida.
- ¡Hola Rodrigo! Me llamo Laura y seré tu maestra este año -dijo Laura-. Tenemos muchas cosas emocionantes planeadas para ti aquí en la escuela. Rodrigo asintió con entusiasmo mientras miraba a los demás niños interactuando entre sí.
Se preguntaba cómo serían sus nuevos amigos y qué tipo de aventuras vivirían juntos. Laura llevó a Rodrigo dentro del salón de clases donde había mesas pequeñas con crayones y papel para dibujar.
A medida que los otros niños llegaban, todos comenzaron a presentarse entre sí. - Hola Rodrigo, soy Sofía -dijo una niña con trenzas rosadas-. ¿Quieres jugar conmigo? Rodrigo asintió felizmente y rápidamente se convirtieron en mejores amigos.
Juntos exploraron el salón de clases e iniciaron su primer proyecto: construir un castillo con bloques de construcción. A medida que pasaban los días, Rodrigo se dio cuenta de lo mucho que estaba aprendiendo en el jardín de infantes.
Aprendió a contar hasta diez, a escribir su nombre y a leer palabras simples. Cada día era una nueva aventura llena de descubrimientos y risas. Un día, mientras jugaban en el patio del colegio, Rodrigo notó que Sofía parecía triste. - ¿Qué te pasa, Sofi? -preguntó preocupado-.
¿Por qué estás llorando? - Es que mañana me voy a mudar muy lejos y no podré venir más a esta escuela -respondió Sofía con lágrimas en los ojos. Rodrigo sintió un nudo en la garganta al pensar en perder a su amiga.
Pero entonces recordó algo importante: la amistad no tiene fronteras. - No te preocupes, Sofi. Siempre seremos amigos aunque estemos lejos -dijo Rodrigo con determinación-. Y quién sabe, tal vez algún día nos volvamos a encontrar.
Sofía sonrió débilmente y abrazó fuertemente a Rodrigo. Saber que siempre tendrían un lugar especial en los corazones del otro les dio fuerzas para seguir adelante. El tiempo pasó rápidamente y llegó el último día de clases.
Rodrigo se sentía nostálgico pero también lleno de gratitud por todas las experiencias vividas junto a sus nuevos amigos y maestra.
En la ceremonia de graduación del jardín de infantes, Laura entregó diplomas a cada uno de los niños mientras les decía lo orgullosa que estaba de ellos por todo lo aprendido durante el año. Rodrigo sonreía mientras sostenía su diploma, sabiendo que había crecido mucho y estaba listo para enfrentar nuevos desafíos en la escuela primaria.
Al finalizar la ceremonia, Rodrigo se despidió de Laura y le agradeció por haber sido una maestra tan maravillosa. Luego se acercó a Sofía y le prometió que siempre serían amigos, sin importar lo lejos que estuvieran.
Y así fue como Rodrigo terminó su primer año en la escuela con el corazón lleno de recuerdos preciosos y con la certeza de que el aprendizaje no solo ocurre dentro del salón de clases, sino también en las amistades que se cultivan a lo largo del camino.
FIN.