Abeja Feliz y el Jardín de los Colores
Érase una vez en un colorido jardín, una abeja llamada Abeja Feliz. Ella era conocida por su sonrisa brillante y su energía inagotable. Cada día, Abeja Feliz salía a recolectar néctar de las flores, mientras entonaba su canción favorita.
Un día, mientras volaba de flor en flor, escuchó un llanto en la distancia. Intrigada, decidió investigar.
"¿Quién está llorando?" - se preguntó. Cuando llegó al pequeño arroyo, encontró a una mariposa llamada Mariposa Triste, cuyas alas estaban marchitas y su color apagado.
"¿Por qué llorás, Mariposa Triste?" - preguntó Abeja Feliz.
"No puedo volar como antes porque mis alas están muy tristes y no tengo colores hermosos" - respondió la mariposa con la voz entrecortada.
Abeja Feliz se sintió triste por su nueva amiga y decidió ayudarla.
"No te preocupes. Yo te ayudaré a recuperar tus colores. Juntas podemos buscar el néctar mágico de la flor multicolor, se dice que tiene el poder de devolver la alegría a las criaturas del jardín." - exclamó llena de optimismo.
Mariposa Triste levantó la vista, sorprendida.
"¿Realmente lo harías?" - preguntó con timidez.
"¡Claro que sí!" - respondió Abeja Feliz. Ambas se pusieron en marcha, volando juntas hacia el bosque donde se decía que crecía la flor multicolor.
El camino no fue fácil; encontraron obstáculos como ramas enredadas y un río caudaloso. Pero Abeja Feliz, siempre optimista, animaba a Mariposa Triste:
"¡Vamos, lo lograste! ¡Un pequeño esfuerzo más y lo conseguiremos!" - animó, haciendo que la mariposa se sintiera más fuerte.
Finalmente, llegaron a la cima de una colina, donde brillaba una hermosa flor multicolor. Su aroma era dulce y envolvente.
"¡Mirá, ahí está!" - exclamó Abeja Feliz emocionada. Pero cuando se acercaron, se dieron cuenta de que un fuerte viento comenzaba a soplar y la flor empezaba a tambalearse.
"¡Rápido!" - gritó Abeja Feliz. "Debemos recolectar un poco de néctar antes que se caiga. ¡Yo lo haré primero!" - y voló rápidamente hacia la flor. Cuando su pequeño cuerpo se posó sobre la flor, sintió que el néctar le daba aún más energía.
"¿Estás bien?" - preguntó Mariposa Triste, mientras observaba preocupada.
"Sí, vení, ahora es tu turno. ¡Tocá suavemente sus pétalos!" - exclamó Abeja Feliz. Pero cuando Mariposa Triste intentó volar hacia la flor, un fuerte soplo de viento la hizo tambalear.
"¡Oh, no!" - gritó Mariposa Triste, comenzando a perder la esperanza.
"Tú puedes, solo ten fe en ti misma. ¡Recuerda que juntas somos más fuertes!" - la alentó Abeja Feliz.
Mariposa Triste tomó una profunda respiración y, con todas sus fuerzas, voló hacia la flor. Esta vez, el viento no la detuvo, y logró posarse suavemente en uno de los pétalos.
"¡Lo logré!" - exclamó, mientras recolectaba el néctar mágico.
"¡Eso es! Ahora regresemos y veamos lo que sucede" - dijo Abeja Feliz, llena de alegría.
Al llegar al arroyo, las dos amigas probaron el néctar. Un destello de colores brillantes iluminó sus cuerpos. Las alas de Mariposa Triste comenzaron a brillar y a cobrar vida con hermosos colores.
"¡Mirá, ¡soy colorida de nuevo! ¡Gracias, Abeja Feliz!" - gritó con alegría. Abeja Feliz se sintió orgullosa de haber ayudado a su amiga.
A partir de ese día, las dos amigas volaron juntas por todo el jardín, compartiendo sus aventuras y aprendiendo sobre la importancia de la amistad y la confianza en uno mismo. Sabían que, sin importar la dificultad, siempre podían superar los obstáculos si se apoyaban mutuamente.
"¡Siempre estaré aquí para vos, Mariposa Triste!",
FIN.