Abia y el Viaje Estelar
En una galaxia muy, muy lejana, un niño llamado Abia soñaba con explorar el espacio. Desde su pequeña casa en el planeta Veridonia, pasaba horas mirando las estrellas con su telescopio. Un día, mientras jugaba con su nuevo cohete de cartón, Abia decidió que iba a convertirse en un gran astronauta.
"¡Voy a visitar los planetas más allá de Veridonia!" - exclamó Abia lleno de emoción.
Sin embargo, lo que Abia no sabía era que su sueño estaba a punto de hacerse realidad. Mientras jugaba, un destello de luz sorprendió a todos en Veridonia. De repente, una luz brillante lo envolvió y, antes de que pudiera gritar, Abia se encontró flotando en una nave espacial.
"¡¿Dónde estoy? !" - gritó Abia asustado. Pero no había nadie alrededor.
Mientras miraba por la ventana de la nave, vio un hermoso universo lleno de colores: planetas rojos, azules y amarillos. Sin embargo, el entusiasmo se fue desvaneciendo y empezó a sentir miedo. Estaba perdido.
"No puedo quedarme aquí para siempre... necesito ayuda" - pensó Abia. Entonces decidió encender el comunicador de la nave.
De pronto, una voz salió del aparato.
"¡Hola! Soy Zorax, el robot navegante. ¿Necesitas ayuda?" - dijo un pequeño robot con luces parpadeantes.
"Sí, Zorax. Estoy perdido y no sé cómo volver a casa" - dijo Abia con la voz temblorosa.
"No te preocupes. Juntos podemos descubrir el camino de regreso. Pero primero, necesito que me ayudes a recolectar energía del Sol – me hará funcionar mejor!"
Abia, viendo la oportunidad de ayudar, respondió:
"Claro, ¿cómo lo hacemos?"
"Ajusta la dirección del panel solar hacia el Sol y presiona el botón rojo para recolectar la energía" - explicó Zorax.
Con un poco de prueba y error, Abia logró orientar el panel y temblando presionó el botón. El sonido de energía fluyendo llenó la nave y Zorax iluminó aún más.
"¡Excelente trabajo, Abia! Pero ahora necesitamos viajar al planeta más cercano. Hay un desafío: el planeta Lúnaris cuenta con enormes montañas de cristal" - dijo Zorax con tono emocionado.
Decidido a seguir adelante, Abia tomó el control de la nave. Volar fue algo complicado, pero con la ayuda de Zorax, logró aterrizar en Lúnaris.
El paisaje era impresionante, pero un viento fuerte comenzó a soplar y Abia perdió su sombrero. Mirando hacia el cielo, vio que su sombrero volaba hasta la cumbre de una montaña de cristal.
"¡No puedo dejar que se lo lleve el viento!" - dijo Abia, mientras corría tras su sombrero. Zorax le advirtió:
"Ten cuidado, Abia. Es difícil escalar aquí. ¡Pero lo puedes lograr!"
Sin dudarlo, Abia comenzó a escalar. Cada vez que resbalaba, recordaba lo que Zorax le había enseñado sobre la perseverancia. Con paciencia y valentía, logró llegar a la cima y recuperar su sombrero.
"¡Lo logré!" - gritó Abia con felicidad.
"Siempre tienes que creer en ti mismo, Abia. Ahora vamos por el camino a casa" - dijo Zorax mientras reiniciaba la nave.
Regresando a la nave, Abia se sentía orgulloso y confiado. Aprendió que no solo era valiente, sino que podía hacer cosas que jamás creyó posibles.
Finalmente, la nave despegó rumbo a Veridonia. Cuando aterrizaron, el cielo estaba lleno de estrellas. Abia sonrió, sabiendo que había completado una gran aventura y había hecho un nuevo amigo.
"Te agradeceré siempre, Zorax" - dijo Abia emocionado.
"Siempre estaré aquí, listo para la próxima aventura" - respondió el robot con una chispa en sus ojos.
Y así, Abia regresó a casa, pero con el corazón lleno de sueños. Nunca volvió a mirar las estrellas de la misma forma. Sabía que, con valentía y ayuda de los amigos, cada aventura, por difícil que sea, puede ser un camino para crecer y aprender.
Desde ese día, Abia siguió explorando, soñando y navegando por el universo, con Zorax siempre a su lado, listos para descubrir juntos nuevos horizontes.
FIN.